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12 Ene 2022
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Tal vez un taxi

Lo malo de poner tu vida patas arriba es la pérdida de tracción. Lo bueno es que parece que tus pies mueven las nubes.

Estoy estudiando el mapa de Valencia, leyendo calles que por el momento no me dicen absolutamente nada. Supongo que uno es del lugar donde le sucede cosas; que el arraigo se consigue a base de sangre, lágrimas, sudor, semen y triunfos. Supongo que, tal vez por eso y aunque ya no viva allí, sigo siendo de Madrid. En Madrid nací, di mi primer beso, tuve mi primera borrachera, conduje mi primer taxi, escuché por vez primera Losing my religion y publiqué mi primer cuento. En Madrid me enamoré y desenamoré todas las veces. En Madrid me casé y nació mi hija. Fui, a la postre, más feliz que nunca (y más infeliz que nunca). Fragüé amistades y aún conservo a mi familia de sangre.

En Valencia, sin embargo, no tengo recuerdos. Sólo presente. Divorciarme no quiero, y no sé matar. Aún no he enterrado a nadie, ni ha nacido nadie, y el amor es el mismo de antes. Tal vez necesite sufrir un infarto en Avinguda de Les Corts Valencianes y que un transeúnte me salve la vida. O escribir mi mejor novela entre naranjos, o construir la GRAN trama en torno a la Albufera. O sufrir uno de esos momentos reveladores, una epifanía, que cambie para siempre el rumbo de mi vida.

Todo lo que hice en Valencia fue tratar de ahondar en la gente, hablar, escuchar y ser amable. Y pisar descalzo la orillita del mar Mediterraneo a primeros de enero.

O tal vez necesite conducir un taxi en Valencia para apropiarme de esas calles y ser parte integrante del destino de la gente y que me sucedan COSAS. Y transcribir lo que sea que me dicte el espejo retrovisor. Volver a sentirme nilibreniocupado en valenciàlliureniocupat, qui sap