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18 Dic 2018
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Las palabras en los tiempos del emoticono

Reproduzco, literal, un fragmento de la charla o más bien monólogo que me brindó en mi taxi una usuaria de unos 25 años entre la calle Princesa y la Cava Baja de Madrid.

La charla, como tantas otras, se inició de forma casual mediante leves menciones protocolarias acerca del tiempo (meteorológico) y el tráfico (de vehículos), y poco a poco fue derivando en cuestiones más personales hasta alcanzar el tema que hoy nos ocupa: el uso del lenguaje en las redes sociales y el empleo recurrente del emoticono. (El presente fragmento, como tantos otros, fue grabado para mi archivo personal. Hacerlo público y sin consentimiento expreso os obliga, queridos lectores, a pixelar la imagen mental que tengáis del rostro de la aludida y/o a distorsionar su voz):

«…y sí, yo uso Facebook, uso Twitter (aunque más para leer, cotillear y reírme un rato y tal), pero vamos, sobre todo escribo muchísimo por Whatsapp a personas concretas y también en grupos, mogollón de grupos de todo tipo. De hecho, el otro día me dio por pensar que ahora escribo más que nunca. Y que si no existieran todas estas, digamos, plataformas o redes o como quieras llamarlo, apenas escribiría poco o nada. A ver, yo tampoco soy de las que cuidan el lenguaje en plan académico: ni suelo revisar lo que escribo, ni estoy ultrapendiente de las faltas de ortografía, ni nada de eso, aunque sí que es cierto que tengo siempre el corrector del móvil activado, y cuando el corrector me dice que estoy escribiendo algo mal y me lo subraya y todo eso, procuro cambiarlo para que nadie se piense que soy analfabeta. No sé, me da vergüenza que la gente piense eso de mí, pero sobre todo me da mucha rabia que me corrijan en plan listillo. Luego está el tema de los emoticonos, jajaja… A ver, es cierto que a veces estás escribiendo y por lo que sea no encuentras la palabra apropiada, o te costaría demasiado explicar algo concreto, pero sabes que hay un montón de emoticonos que dan a entender exactamente lo que estás pensando y entonces, pum, plantas el emoticono y, a lo tonto, te ahorras comerte la cabeza, ya sabes: una carita triste por aquí, una carita de asombro por allá, la flamenca bailando, el pepino, la mierda con ojos, jeje… Visualmente, los emoticonos tienen como más impacto y te ahorras un montón de palabras, no sé… Yo no lo veo mal, pero ojo, sin pasarse. Emoticonos los justos, gifs los justos, etcétera, etcétera. Quiero decir, que lo importante es transmitir lo que necesitas decir en cada momento y, sobre todo, que al otro le llegue tu mensaje tal cual lo pensaste».

(Después de aquella charla, cuando al fin me pagó la carrera, se bajó del taxi y reanudé la marcha, me dio por pensar en un futuro distópico con emoticonos matando palabras hasta el punto de acabar con todas ellas, y me entró tal sensación de estupor, y miedo, y zozobra, y vacío existencial y ansiedad en torno al píloro del alma, que dudé por un segundo si habrá algún día carita expresiva capaz de describir mi estado con tal exactitud, o si serán los adjetivos los que desaparezcan y acabemos agrupando y comprimiendo cualquier sensación a través de símbolos finitos y estandarizados).