PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

07 May 2021
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Mis horas

Avanzar página, suprimir palabras, recular, pulir, desesperarme. Esta es mi vida ahora. Ya sólo saco el taxi a pasear para airearme, buscar nuevos enfoques y, ya de paso, coquetear con el azar.

Lo confieso: me duele el mundo moderno. Podría decirse que estoy en un momento de ruptura con la mayoría social. La actual deriva política me está dejando tocado, lo reconozco, y ahora sólo busco evadirme y ser feliz a toda costa: si cierro los ojos e imagino cómo sería mi vida ideal, la respuesta en ningún caso estaría en Madrid. Me veo cerca del mar, me veo en un lugar más pequeño y manejable. Ahora entiendo que Madrid puede ser una ciudad maravillosa y divertida o justo todo lo contrario: una auténtica pesadilla. Madrid se ha convertido en un monstruo que sólo te permite dos opciones. O te subes a la grupa de ese monstruo y te dejas llevar, o el monstruo te devora. No hay término medio. O tal vez lo haya, pero hasta el momento no he sido capaz de encontrarlo.

La precariedad se abre camino a un ritmo atroz, al tiempo que los de arriba son considerados un ejemplo a seguir. Y de un modo extraño, todos acabamos siendo cómplices de fomentar esa misma precariedad. Y yo no quiero ser cómplice. Y en Madrid es casi imposible no serlo.

Escribir, sin embargo, me relaja. Me abre caminos tan inmensos como la imaginación alcance. De hecho, la escritura es el único camino que conozco. Y no tener jefes, ni plazos, ni monstruos persiguiéndome a dos palmos. Mi vida ideal es esa: escribir cada vez más, y conducir mi taxi cada vez menos. Y lo voy consiguiendo. Le estoy echando muchas horas, pero son mis horas. Me pertenecen sólo a mí.

Y el resultado, lo que sea que salga, será un trasvase de mis horas a las tuyas. Si quieres, claro.