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22 May 2020
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Diario de un escritor en cuarentena (Día 71)

Tema aparte es el formato visual de la novela. A menudo leo a autores que escriben unos tochos de cuidado; párrafos que no acaban nunca, sin guiones de diálogo ni puntos y aparte. ¿Qué pensar de esto? ¿Estresa? ¿Discrimina al lector?

Soy muy dado a hojear novelas en librerías y es en lo primero en que me fijo. Reconozco que siento una especial predilección por las novelas con párrafos larguísimos: me dan la sensación (a veces me equivoco) de que profundizan más en lo que sea que estén contando. Javier Marías, Karl Ove-Knausgard, Foster-Wallace. Mantener la tensión narrativa en semejante formato e incluso jugar con el tempo o modular la intensidad prescindiendo de la traba casi física del punto y aparte me parece un milagro. Ciertamente, alternar frases cortas y largas según lo pida el ritmo del texto y «jugar» con la ansiedad del lector está al alcance de muy pocos. Pero para llegar a esto, el lector ha de estar predispuesto. Entiendo que un formato sin espacios en blanco, sin «aire» que ayude a descansar la vista, puede llegar a ser farragoso, e incluso discrimiatorio de cara a la compra del libro en cuestión.

O qué decir del volumen. ¿Tendemos más al libro grueso (1000 páginas o más) por entenderlo como un reto? ¿Lo evitamos porque preferimos leer varios libros en el mismo tiempo, o compramos libros con independencia de su tamaño? Desconozco la cifra, pero me encantaría conocer la relación de libros gruesos vendidos en formato digital respecto al físico y en relación a los demás: me da la impresión (tal vez me equivoque también en esto) que preferimos optar por lo grueso en formato papel para después exponerlo, como un trofeo, en nuestras librerías.

Luego está el curioso caso de Amazon Unlimited (una especie de Netflix para ebooks). Muchos de los autores que trabajan en exclusiva para esta plataforma optan por escribir novelas largas ya que Amazon paga derechos de autor no sólo por el número de descargas, sino también por el número de páginas del libro. De modo que, ante un mismo número de descargas, el libro más grueso recibirá mayores ingresos que otro más fino.

Mi opinión es que el grosor no es un tema esencial en la construcción de una novela, sino una consecuencia de la trama. Todo dependerá de la densidad de la trama principal y las subtramas, o hasta qué punto merecerá la pena estirar el chicle de lo que estás contando sin agotar al lector. O si es preferible dividirlo en dos libros, en tres o más, o tal vez en crear una saga. La actual cultura de las series audiovisuales nos empuja mucho a esto, a las tramas abiertas, pero siempre dependerá en gran medida de las ganas del autor, de elegir universos con visos de continuidad, y de las ventas del primer volumen: si el libro inicial no interesa, será difícil continuar con más.

(89.900 palabras de unas 120.000 totales y sin segundas ni terceras partes. Creo)