Cómo combatir las adicciones
Hoy toca terapia: sobre cómo combatir las adicciones, las obsesiones relacionadas con sustancias, alcoholes, tabacos, o amores tóxicos.
Si dejamos a un lado el mono físico (que, apretando los dientes y tachando los días, siempre y digo SIEMPRE se diluye), a menudo sobrevuela esa obsesión machacona e insoportable del anhelo:
«Sin esta (sustancia, persona) nunca volveré a ser feliz».
Pero es evidentemente falso. ¿Acaso eras realmente feliz con aquella (sustancia, persona) o en realidad era la adicción y el consiguiente alivio periódico del mono el que te proporcionaba una placidez que ahora confundes con la felicidad? ¿Cómo puede hacerte feliz algo que sistemáticamente te destruye y anula tu voluntad hasta el punto de mantenerte perpetuamente sometido? ¿No será, digo yo, que esa (sustancia, persona) deconstruyó tu concepto de felicidad hasta el punto de asociarlo íntima y únicamente con esa (sustancia, persona)? ¿No deberías ahora reconstruir lo deconstruído y buscar la auténtica felicidad (sin edulcorar, sin contraprestaciones) en otra parte?
Aquí va otra: No existe el concepto indivisible café-cigarrillo, del mismo modo que no existe el concepto indisoluble cine-Beatriz. Hay que separarlos o mezclarlos de otro modo (¿café-cine?) y aprender a volar sin la ayuda de un motor que a menudo giraba en contra de tu verdadera dirección y te lastraba, aunque no fueras consciente en aquel momento. Volar libre da miedo, lo sé. Y el miedo paraliza y acojona como nada en este mundo. Pero nunca nadie ha muerto de miedo. Y nunca es tarde para volar.