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02 Jul 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Desnudo integral

Escribo estas líneas desde un bar de carretera sito en el kilómetro ciento y pico de la carretera de Valencia y ahora estoy pensando en vocablos raros tales como «sito».

Acabé con los huesos de mi taxi en estos lares (otro: «lares) como víctima de uno de tantos actos reflejos: igual que sacas la cabeza del agua cuando te falta el oxígeno, yo necesito a cada rato salir de Madrid. Hoy el aire en superficie es un bar de carretera de la A-3 porque del Este vienen aires que huelen a Chirves y a Manuel Vicent y me hacen bien.

En estos instantes comparto almuerzo con transportistas y viajantes. Aquí los camareros son amables porque están vacunados contra virus de la prisa y viven cerca de campos de girasoles. Y si algo he aprendido en estos sitios es que el ambiente cambia radical si el bar se encuentra dirección Valencia o dirección Madrid. Cruzando la autopista te das cuenta.

Por cierto, en el maletero de mi taxi llevo una maleta que no es mía. Quedé en devolverla en un par de horas, aunque no me apetece un carajo volver a ver al tipo que la olvidó. Tendré que hacerlo y sin duda lo haré; pero no me apetece. Supongo que el detonante de mi huida ha sido la maleta. Y reconozco que por un momento he fantaseado con la idea de meterme en el baño de este bar, usar la ropa de la maleta y llevar otra vida por un rato, pero el hombre era bajito y grueso, y no es estético cambiar de vida si la nueva vida te viene holgada (o te aprieta). Otro palabro raro: «Holgado».

Nota mental: la próxima vez que huya será con la maleta de alguien de mi talla y ahí no volveré jamás. Que me busquen, si quieren. No me van a encontrar. Porque seré él, y escribiré en los pantalones de él.

O de ella.

Vale. Llegó la hora. Tengo que volver a Madrid a entregar la puta maleta. Y después tengo cita con el fisio. Y luego, sesión larga de escritura para seguir jugando en plan cobarde a ser otro, aunque vestido de mí; buscando en todo momento el desnudo integral.

Otro vocablo raro: «integral». Lo mismo vale para un desnudo que para el pan de centeno.