PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

24 Abr 2020
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Diario de un escritor en cuarentena (Día 43)

Reconozco que a veces noto que me falta el aliento. Sucede también mientras escribo: de repente me sobreviene una mezcla de pánico y tedio y desesperanza y la pantalla del ordenador se desvanece por completo.

Entonces me formulo la madre de todas las preguntas: ¿Si el mundo acabara de repente, digamos, en un mes, seguiría escribiendo?

No es por ser catastrofista, no lo soy en absoluto. Más bien todo lo contrario: estoy completamente convencido de que saldremos de esta crisis reforzados y tal vez más sabios (o más cínicos) que antes. La pregunta responde a un simple juego cuya respuesta, sin embargo, determinará el nivel de implicación del escritor, cualquier escritor, para con su obra. Responder no o sí separará a quienes escriben con el único fin de publicar y obtener réditos de los que escriben por pura e innata necesidad de hacerlo. En mi caso, reconozco estar en ambos bandos, aunque me incline más por responder que sí. Primero, escribo para mí; y después, corrijo para ti. Quiero decir que, si por mí fuera, mi novela apenas tendría una primera versión escrita del tirón y a borbotones (y esta parte sí la seguiría escribiendo aunque el mundo volara mañana mismo en mil pedazos). Lo que saco de esta parte del proceso es tan sumamente enriquecedor, que a mí ya me vale, me compensa (si acaso pudiera vivir del aire). Escribir me ayuda a conocerme mejor. Me ayuda a localizar mis traumas y a burlarme de ellos. Me ayuda a crecer como persona.

Aún estoy lejos del proceso de corrección. Mi idea es llegar a las 120.000 palabras, y para eso queda mucho: más del doble de lo que llevo. Pero cuando llegue el momento y me vea obligado a corregir semejante tocho, sé que mis dudas serán otras, y sé que mi predisposición también será otra. Pensaré más en el lector y menos en mí. Y eso es bueno. Recomendable incluso. En cierto modo serán mis vacaciones de mí mismo. No conviene estar tan metido hacia dentro durante demasiado tiempo y sin descanso, quiero decir. Podrías acabar perdiendo el norte.

(53.100 palabras, a poco más de 1.200 por día. Seguiremos informando).