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22 Jun 2022
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Comunicación

Otra forma de hablar de la violencia machista es posible y necesaria

Mª Carmen Horno y Ane Asiáin

Los titulares periodísticos en las noticias sobre violencia machista contribuyen, en ocasiones, a perpetuar los estereotipos asociados al género

La especie de los sapiens, a diferencia de otras (como los leones), tiene un dimorfismo sexual muy atenuado. A pesar de ello, o quizá precisamente por este motivo, las distintas culturas han tendido a exagerar las diferencias entre los dos sexos. Este es el origen de los denominados estereotipos sexistas que establecen cómo han de ser física, psicológica y conductualmente los hombres y las mujeres. Estos estereotipos fuerzan, de algún modo, la naturaleza humana, pues imponen a los individuos parecerse a un prototipo construido culturalmente y no desde la biología. El problema fundamental es que, además de provocar una gran incomodidad e injusticia a los individuos más alejados del prototipo, se promueve una jerarquía tal que el varón sea el sexo dominante. Dicha jerarquía está como fondo propiciador de la violencia machista. Un problema que no remite en nuestro país a pesar de su modernización.

Para terminar con esta lacra, la España del s. XXI debe tener entre sus prioridades acabar con los estereotipos sexistas y promocionar la idea de que todos los seres humanos, con independencia de su sexo y género, son iguales en lo fundamental y tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. Para ello, es muy importante el papel de la educación reglada, pero no es menos relevante el rol de los medios de comunicación, que tienen la capacidad de difundir de una manera rápida y eficiente un modo de entender la realidad que nos rodea. En este ámbito, cobran especial importancia los titulares periodísticos. En el mundo líquido en el que nos movemos, donde pocas veces se accede a la lectura detenida de la noticia, los titulares se convierten en píldoras de información que permiten tener una idea general de lo que ocurre en el mundo. Y en esta función comunicativa, tan importante es lo que se cuenta como el modo en el que se cuenta. A continuación, queremos poner el foco en cómo son los titulares periodísticos que hablan de la violencia machista en España. Haremos un repaso de cuáles son los principales elementos que contribuyen a perpetuar los estereotipos asociados al género y cómo se podrían evitar.

En primer lugar, encontramos que estos titulares presentan las noticias desde una perspectiva sexista por el modo en el que introducen a los protagonistas. En la mayoría de las ocasiones, tanto víctima como agresor aparecen sin identificar (simplemente como un hombre y una mujer). No obstante, en el caso de que se identifique a uno de los dos con nombre y profesión, será al hombre. A ellas se las suele categorizar como simples víctimas, sin nombre ni oficio. Como muestra, este titular del 9 de marzo del 2021 en España Diario.

España Diario

Puede parecer poco importante esta distinción en el modo de presentar a unos y a otras, pero en realidad no es baladí. Al obviar el nombre y la profesión de las mujeres víctimas de violencia, lo que se consigue (voluntaria o involuntariamente) es su deshumanización. Pensemos en el titular que acabamos de presentar, si se hubiera redactado dando datos sobre la mujer agredida. Como desconocemos la profesión de ella, imaginemos que era también abogada. El titular podría quedar así:

J. Manuel, agresor que trató de asesinar ayer a su expareja, M.ª José, una abogada de 53 años

El efecto es completamente distinto. La víctima ya no es un ente invisible. Es una persona de carne y hueso con la que nos podemos identificar. Su intento de asesinato ya no se conceptualiza como algo abstracto, sino como un ataque a un ciudadano de pleno derecho.

Otro de los graves problemas que presentan los titulares que hablan de la violencia machista es que suelen presentarla como fruto de la corresponsabilidad entre agresor y víctima. Ellos agreden, pero son personas jóvenes que se dejan llevar por sus instintos. Ellas son agredidas, pero son personas que saben lo que hacen.

El siguiente ejemplo es bien conocido y dio mucho que hablar: el 12 de julio del 2019, el periódico Público presentaba este titular, en el que se categorizaba al agresor (de 27 años) como un joven, mientras que la víctima (de 18) era una mujer.

Público

En este caso, la reacción en las redes sociales no se hizo esperar. Y fue precisamente esa respuesta la que consiguió que poco después el titular se editara y ambos (agresor y víctima) se consideraran en igualdad de condiciones, como hombre y mujer.

Este cambio, sin embargo, no se acabó de ajustar a la realidad. Por un lado, porque en la entradilla, al hombre de 27 años le siguen llamando joven (que parece remarcar que no tiene edad para ser responsable), mientras que a ella ya la categorizan simplemente como víctima (sin aludir a la edad); por otro lado, porque considerar como adultos en pie de igualdad (hombre y mujer) a una persona de 27 y a otra de 18 es, cuando menos, cuestionable.

Esta corresponsabilidad entre agresor y víctima se hace más patente cuando los titulares aluden a la conducta de las mujeres como causa de la violencia. Muchos de ellos parecen transmitir que son los hombres los que agreden, pero las mujeres propician. El 24 de septiembre del 2020, el periódico El Mundo presenta de este modo el asesinato de Li Na, una mujer de 24 años a quien estranguló el hombre con el que convivía:

El Mundo

Quien eligió titular así esta noticia consideró que era especialmente relevante que la mujer asesinada había conocido a su pareja por internet. Es posible que aquí se incluya un prejuicio algo desfasado contra el mundo virtual, pero, además, tal y como está redactado, lo que se transmite en el fondo es que las mujeres que se fían de desconocidos están abriendo la puerta a una posible agresión. Un ejemplo similar es este titular de La Razón del 22 de diciembre del 2020, en el que también se presenta la actitud de las mujeres como corresponsable de lo sucedido:

La Razón

Como vemos, en este caso el titular se centra en que ellas no han sido suficientemente cuidadosas con sus bebidas y no en que han sido drogadas y asesinadas. Tal y como está redactado, se culpabiliza a las víctimas y se silencia la violencia del supuesto asesino. Estos titulares solo se entienden si admitimos el estereotipo sexista de que, si las mujeres se quedaran en casa, se relacionaran únicamente con hombres conocidos y no frecuentaran bares y discotecas, probablemente no serían víctimas de violencia. Además de falso, es absurdo. Obviamente, si estuvieran muertas ya no podrían matarlas.

Veamos otros ejemplos. El 8 de abril del 2019, El Confidencial consideró adecuado elegir esta información para titular esta
noticia:

El Confidencial

En esta ocasión, si solo leemos el titular, podemos llegar a pensar que su ropa despertó el instinto pasional de algún loco. De nuevo resuena, por tanto, la consigna tantas veces aprendida de que somos las mujeres las que tenemos que tener cuidado con cómo nos vestimos o por dónde vamos, para evitar agresiones de hombres desconocidos y violentos. No obstante, si leemos la entradilla, comprobaremos que se trata de otro asunto. De lo que están hablando es de que la mujer no fue suficientemente sumisa con su pareja. ¿Qué estaba pensando quien redactó el titular cuando consideró que este era el dato más relevante de la noticia? Si no se pretende transmitir la idea de que parte de la culpa fue de la víctima, es importante que este tipo de información desaparezca del primer plano.

Otras veces, los titulares aluden a que la conducta de la mujer ha sacado de quicio al agresor. El 24 de septiembre del 2020, en El Español leemos el siguiente titular:

El Español

Tal y como está redactado, este titular es ambiguo. En este caso, quiere decir que ella era demasiado celosa y los celos (de ella) propiciaron la violencia. El mismo titular habría servido si el celoso fuera él. En ambos casos, no obstante, la corresponsabilidad de la violencia está latente y entronca con un par de máximas sexistas: (i) las mujeres son demasiado celosas y no dejan en paz a sus parejas y (ii) las mujeres no tienen respeto por sus compañeros y hacen que se sientan amenazados con sus coqueteos.

En los ejemplos que hemos visto hasta ahora, lo que hacen las mujeres parece justificar la agresión. Sin embargo, encontramos también titulares en los que la causa de la violencia es, precisamente, «lo que no hacen». El 12 de febrero del 2021, La Nueva España publicaba el siguiente titular:

La Nueva España

El problema de aludir a las causas de la agresión en el titular es, como decíamos, que pone el foco en explicar lo que debería ser inexplicable. En este caso, además, es especialmente perverso, pues resuena la vieja idea de que mantener una relación de pareja legitima el derecho a tener relaciones sexuales. No nos es ajeno que hasta no hace tanto no existía la posibilidad de hablar de violación en el seno del matrimonio, por ejemplo. Plantear en el titular (donde localizamos la información más importante) que la negativa de ella fue la causa de la agresión de él es un modo de justificar una actitud de cosificación hacia la mujer, en la que se agrede a la víctima al no recibir de ella lo que se espera (de la misma manera que lo haría con un objeto defectuoso).

Un ejemplo similar lo tenemos el 13 de agosto del 2015, cuando El Mundo titulaba así una noticia de violencia machista:

El Mundo

En esta oportunidad, la víctima aparece como responsable de que el agresor tuviera éxito.

La responsabilidad de que los violentos no puedan cometer sus fechorías debería ser de los poderes públicos (policías, legisladores, jueces) y de la sociedad en general. Sin embargo, algunos titulares perviven el estereotipo de que la responsable final es la víctima. El hecho de que hubiera puesto o no denuncia de maltrato no debería ser, en ningún caso, el foco de atención al presentar la noticia. No obstante, en el caso de que ese sea un asunto relevante, se debería haber redactado de forma diferente, como, por ejemplo: Olga, la mujer acosada que no se atrevió a pedir ayuda. De esta manera, la víctima deja de ser presentada como la culpable y el titular enfoca lo más interesante: los motivos por los que algunas mujeres no denuncian.

Hasta aquí lo que ha dado de sí este breve reportaje. Puede parecer que los ejemplos analizados sean casos puntuales, pero lamentablemente, son más la norma que la excepción. Por ello, es muy importante que reflexionemos sobre el modo en el que los medios de comunicación están presentando actualmente la violencia machista. A los redactores les pediríamos que elijan bien qué información ha de ir en el titular, puesto que en muchos casos será lo único que se lea. Y a los lectores, un consejo: a partir de ahora, observad cómo nos cuentan la violencia machista y pensad cómo deberían haberla presentado.

 

Este artículo es uno de los contenidos del número 14 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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