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23 Abr 2021
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Literatura

Leer en tiempos de Internet

Laura García Arroyo. Ilustración de Fría Aguilar

Podemos expresarnos de más formas y llegar a más gente. Podemos leer de todo y en todas partes. El mundo digital nos ofrece múltiples posibilidades para llegar a la literatura. Un repaso a algunos de estos hallazgos

Cada día se lee menos» es una frase que se escucha constantemente. ¿Será cierto? ¿En qué nos basamos para afirmarlo? Porque yo veo a todo el mundo pegado a su pantalla leyendo o escribiendo, a todas horas, en cualquier lugar. Y he llegado a la conclusión de que ahora se lee y se escribe más que nunca. Recibo mensajes de mis tíos, a los que nunca había leído; leo en redes pensamientos de amigos que nunca había escuchado en conversaciones coloquiales; encuentro textos de jóvenes que aprovechan las plataformas digitales para difundirlos sin depender de las restricciones editoriales… Estamos rodeados de palabras. Y las que escribimos son más visibles. Hoy podemos expresarnos de más formas y llegar a más gente. Podemos leer de todo. En todas partes.

Ahora bien, ¿todo lo que se escribe es bueno, interesante y útil? ¿Qué es lo que realmente se está leyendo y escribiendo? La lectura y la literatura siguen teniendo fronteras y límites bien distintos y, sobre todo, reacciones, impactos y consecuencias muy dispares. ¿Es lo mismo un wasap que un poema? ¿Un tuit puede transmitir el mismo mensaje y con la misma trascendencia que una novela? ¿Se informa igual con una publicación en Facebook que con un reportaje de periódico? La respuesta parece obvia, pero las generalizaciones siempre son peligrosas, porque a veces dejan fuera esos pequeños matices que pueden estar marcando la diferencia. Quizá no estemos considerando muchos buenos textos que se difunden en la red y cuya lectura se da en dispositivos electrónicos. Quizá haya llegado el momento de buscar otra manera de medir la lectura que no sea a partir del ISBN de los libros comprados en librerías. El mundo digital nos ofrece múltiples posibilidades para llegar a esa literatura que transforma —extensa o no—, que nos deja una huella y nos invita a seguir devorando letras.

Uno de los grandes obstáculos para llegar a estas historias es el inmenso mar de información en el que habitan y la saturación de alternativas en las que a veces nos perdemos antes de encontrar esas buenas opciones. Después de mucho buscar, yo encontré algunas que me gusta compartir, por si sirven de atajos para alguien que esté interesado, resultan descubrimientos de gustos afines o facilitan brincos que nos hagan llegar al adecuado para nosotros. Aquí van algunos de esos hallazgos.

Libro electrónico no es lo mismo que texto escrito y pensado para un formato digital

El primer contacto que tuvimos con la lectura en pantalla fue mediante los libros electrónicos; es decir, la transcripción de texto en papel en formato digital. Y lo leíamos tal cual. Los románticos de la celulosa extrañábamos el olor a tinta, usar separadores y hasta la acción de pasar las páginas, pero lo cierto es que estos nuevos formatos presentaban algunas ventajas, como la posibilidad de adaptar el tamaño de letra, incluir hipervínculos para buscar en el momento el significado de las palabras que no conocíamos, la capacidad de almacenamiento, la comodidad para cargarlos y moverlos… Pros y contras, gustos y costumbres, como en todo. No había uno mejor que otro, no había por qué elegir, podían convivir sanamente y que el lector eligiera el que más se acomodara a cada momento y cada necesidad.

Sin embargo, los autores y las editoriales se dieron cuenta de que se podía dar un paso más: el nuevo formato permitía crear materiales con diferentes características a las del papel. Se podía incluir música, movimiento en las imágenes, lecturas en otros idiomas, enlaces a otros materiales relacionados y la posibilidad de avanzar en la historia según el criterio del lector (el famoso «si quieres entrar al túnel sigue leyendo en la página 27; si decides seguir por el camino de tierra, pasa a la página 79; ahora convertidos en clics o toques encima de esas opciones expuestas en pantalla. Todo un atractivo para niños y jóvenes). El proceso de concepción y escritura se modificaba; el proceso de elaboración y manufactura, también. Y con ello, las experiencias lectoras se ampliaban.

Dispositivos para acompañar —y enriquecer— la lectura

Si pensamos en nuestras primeras lecturas, imaginamos siempre a un adulto leyendo un libro a un menor que lo sigue con atención, aunque no sepa distinguir aún las letras. La tecnología también quiso participar en este momento inolvidable y ofrecer opciones. Una de las que más me llamaron la atención fue uno de esos altavoces inteligentes que funcionan como asistentes personales y que pueden acompañar un texto leído en voz alta. Se trata de programas que reconocen la voz del que lee y van añadiendo sonido a lo que se va narrando: música en una fiesta, el ruido de una tormenta, el curso de un río, risas, pájaros, portazos, murmullos, gritos… toda una banda sonora a una historia cuyo ritmo marcas tú con tu lectura y que, sin duda, hará más sensorial la experiencia de lectura. Algunos critican que puede interferir en la capacidad de imaginación de un niño, un lector, pero no dejan de ser una buena oportunidad para enriquecer el momento de otra forma. Sobre todo, para los cuentos que se leen una y otra vez. Y otra. Y otra.

Plataformas de lectura

Igual que nos enamoramos y nos volvimos adictos a aplicaciones como Spotify, para escuchar música, o Netflix, para consumir series, documentales y películas a la carta, en el mundo virtual surgieron algunos servicios en línea para hacer lo mismo con los libros. Funcionan prácticamente igual: una suscripción mensual, un catálogo en pantalla y un texto al que acceder desde cualquier dispositivo, a cualquier hora y durante el tiempo que quieras. Se puede compartir con otras personas, puedes acceder a libros de todo tipo de géneros y en varios idiomas. Destaco dos: a punto de cumplir nueve años en el mercado, Bookmate se abre camino cada vez en más países después de salir de su Rusia natal; seis millones de usuarios y un millón de suscriptores disfrutan desde entonces de libros electrónicos, audiolibros, pódcast… millones de títulos disponibles en 19 idiomas que, además, se pueden reseñar para así descubrir autores que de otra forma no encontrarías. Recomendaciones semanales incluidas. La segunda es Leamos.com, de origen argentino, que, al igual que la anterior, puede leerse en diferentes dispositivos y probarse gratis durante un par de semanas. Se pueden descargar dos libros al mismo tiempo y tener seis dispositivos asociados a la misma cuenta. Se pueden crear booklists para compartir con conocidos y funcionan a modo de biblioteca digital. Los libros no se compran, se descargan. También lleva ya varios años causando admiración en ferias de todo el mundo.

Los audiolibros

Se veía venir. ¿Cómo no aprovechar los tiempos de espera o de traslados para leer? ¿Qué hacer si se tiene la vista ocupada en otra actividad? ¿O si se tiene problemas de visión? Ya lo habíamos vivido con los CD, pero, teniendo un teléfono móvil a mano, ¿cómo no usar esta herramienta para escuchar libros? Pues ahí irrumpió Storytel, la plataforma de audiolibros en streaming que está arrasando en la red. Nacida en Suecia en 2005, esta aplicación está celebrando el millón de suscriptores con 300.000 títulos en su catálogo. Los propios autores graban sus voces para sus libros o se buscan voces similares a las de los autores que no viven ya, y cada vez más editoriales suben a esta plataforma sus novedades. Asimismo, desde hace algo más de un año están lanzando la colección de Storytel Original, audioseries, de diez capítulos de una hora de duración cada uno, escritas explícitamente para ser narradas en este formato y que van sumando títulos y voces emblemáticas. Mis ratos en la cinta del gimnasio ya no son lo mismo desde entonces.

Las lecturas colectivas

Quizá no fue la primera, pero sí la «oficial» que marcó la senda de las que vinieron después. Lanzada por el profesor y escritor argentino, radicado entonces en Chicago, Pablo Maurette, quien el 1 de enero de 2018 propuso seguir la lectura de la Divina comedia en Twitter usando #Dante2018. Un canto por día; 100 días para compartir en las redes el paso por el infierno, el purgatorio y el paraíso, y comentar las vicisitudes, el análisis y las influencias actuales de los hechos narrados. La lectura se enriqueció con creces y se festejó el final con lecturas en voz alta en diferentes ciudades de todo el mundo. Los lectores se quedaron picados y se propusieron más lecturas bajo los nombres de #Cervantes2018, #Homero2019, #Nietzsche2020… y hasta pudimos encontrar una variante mexicana para impulsar a plumas femeninas bajo la etiqueta #Escritoras2020. En su cuenta de Twitter (@maurette79), Pablo sigue anunciando y difundiendo cada una de ellas.

Los recomendadores

Bookmate, se abre camino en más países después de salir de su Rusia natal; seis millones de usuarios y un millón de suscriptores disfrutan de libros electrónicos, audiolibros, pódcasts… bookmate

Antes eran los suplementos culturales en los periódicos, las secciones literarias en revistas, el profesor de la escuela, tu amigo o familiar que devoraba libros, un programa de televisión, los expertos libreros… ¿Quién puede guiarnos ahora en este laberinto cibernético? Pues también son personas, grupos o empresas que están en la red.

Goodreads es una red social similar a Facebook. En este caso, el Mark Zuckerberg de turno se llama Otis Chandler, quien en 2006 creó esta comunidad de amantes de lecturas para que compartieran reseñas, opiniones, gustos y todo lo relacionado con los libros. Ya ha superado los 10 millones de suscriptores y las 20 millones de visitas mensuales. Empezó en inglés, pero cada día se pueden encontrar más comentarios en español porque los títulos de los que se habla están escritos en este idioma. Suelen ser bastante sinceros y respetan mucho el no revelar datos que te puedan arruinar la trama. Muy recomendable si se quiere saber en qué obra aventurarse o compartir sentires sobre una lectura recién hecha.

En 1999, tres amigos de Chicago presentaron el proyecto Electronic Literature Organization, ELO, cuya finalidad es ordenar, guardar y promover los materiales literarios electrónicos y difundirlos en código abierto para que todos puedan acceder a ellos. Catálogos, encuentros anuales, revistas digitales quincenales, plataformas para publicación de textos electrónicos, actividades en universidades… para estar al día y saber la temperatura del mundo digital actualizado.

María Popova es el cerebro detrás de Brain Pickings, un blog y una cuenta de Twitter que hoy se ha transformado en una de las mejores newsletters del momento. María nació en Bulgaria, pero vive desde hace años en Estados Unidos, donde estuvo trabajando en una agencia de publicidad. Pronto se dio cuenta de que la creatividad de sus compañeros no se desarrollaba lo suficiente porque todo el rato pensaban y se rodeaban de temas que tenían que ver con la publicidad. Quiso hacer un experimento: cada domingo les mandaba a sus siete amigos un correo electrónico con cinco noticias que contaran curiosidades del mundo y que fueran ajenas a su mundo. Poco a poco fue viendo el cambio en ellos, en sus conversaciones, intereses y en su productividad. Y fue añadiendo destinatarios, temas y ámbitos. Brain Pickings hoy habla de libros, de efemérides, de inventos, curiosidades y costumbres de todos los rincones, y los relaciona con fechas, hechos y noticias de la actualidad. Le da otra dimensión a los acontecimientos, nos da temas de conversación para enriquecer el panorama y nos entretiene muchísimo. Vale la pena mejorar el inglés para seguirlo. O mejor aún, aprovechar estos textos para mejorarlo.

De la red a las librerías

Hablar de blogs a estas alturas ya suena un poco obsoleto, pero siguen siendo una manera de tener espacios para publicar lo que se quiere compartir sin necesidad de pasar por editoriales. Aunque en algunos casos los textos aparecidos en blogs terminan siendo novedades en los catálogos de grandes grupos. Es el caso de Ella Frances Sanders, quien, mochila al hombro, se dedicaba a compartir sus anécdotas de viaje por el mundo en la plataforma Maptia, donde creó un blog para hablar de las curiosidades que se iba encontrando. Observó que las entradas más leídas y comentadas eran las relacionadas con las palabras que descubría en otros idiomas, sobre todo las que no tenían traducción en su inglés natal. De ahí surgió la idea de publicar Lost In Translation (Libros del Zorro Rojo, 2016), que hoy lleva millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, una segunda parte exitosa y toda una lista de publicaciones que la siguieron.

Similar fue el caso de las series de Cincuenta sombras de Grey o After, que se originaron en los fanfiction que sus autoras, E. L. James y Anna Todd, respectivamente, subieron a plataformas con el único fin de compartir versiones alternativas de historias conocidas en el cine o en el ámbito musical, y llegaron a ser auténticos fenómenos de ventas.

Las propuestas para compartir entre grupos de amigos

Haikú de estantería de Juan Luis García con fotografías del polifacético músico y activista cultural (juanluisgx), en las que el autor juega a hacer haikús con títulos de libros. Juan Luis García

#HaikúsDeEstantería: Juan Luis García es un usuario de Instagram del que sabemos que se dedica a la fotografía (publica mucha de su actividad en http://juanluisgxfoto.blogspot.com/) y le gusta leer. De su cuenta en Instagram (@juanluisgx) surgió el juego de hacer haikús a partir de los títulos de libros colocados en sus lomos. La colección #HaikúsDeEstantería se llena de participaciones de gente que se une con sus propuestas. Algunas de estas creaciones poéticas de origen japonés resultan realmente divertidas. Échales un ojo y trata de hacer una tú con tu librero.

@LibrosB4Tipos: es un grupo de amigas de Guadalajara, México, booktubers la mayoría de ellas, que armó un chat de WhatsApp para unir fuerzas a partir de una meta en común: difundir la obra literaria de mujeres que habían sido silenciadas en la historia. En respuesta a la famosa frase de «Bros Befores Hoes» para defender la amistad masculina frente a las relaciones con mujeres de las que se enamoran los hombres, este colectivo antepone los libros a todo, proponiendo lecturas y dinámicas para fomentar la literatura hecha por mujeres. En su famoso y casi clásico Maratón de lectura feminista #GuadalupeReinas he podido descubrir títulos verdaderamente interesantes.

#Hamlet: fue la etiqueta usada para compartir este desafío que nació de la idea de dos alumnos de la universidad de Chicago al ver el poco interés que suscitaba la nueva tarea solicitada en su clase de literatura: leer Hamlet. Se les ocurrió plantear un juego con el que integrar a todo el grupo. El encargo sería resumir el libro de Shakespeare en un solo tuit (de cuando Twitter limitaba sus publicaciones a 140 caracteres…). Anzuelo lanzado. Resultó. Todos sus compañeros quisieron participar y se leyeron el libro de principio a fin. Fue toda una aventura ver qué resaltaba cada uno de un texto tan complejo, cómo sintetizaron todo un argumento variopinto y cómo se entusiasmaron para escuchar los tuits de todos y aplaudir las mejores ocurrencias. Libro leído. Lectura disfrutada. Misión cumplida.

@Principito: una librería mexicana lanzó este experimento en 2010, que consistía en crear una cuenta de Twitter para cada uno de los 13 personajes del libro de Antoine de Saint-Exupéry, de tal forma que la historia por todos conocida adquiría otra dimensión al cambiar el punto de vista de los hechos. ¿Cómo verían la acción el zorro, la rosa, los baobabs, el cordero o el rey? No sé qué pensaría el autor al ver esto, pero, sin duda, hizo que mucha gente se acercara al libro, lo releyera o se planteara otras interpretaciones a raíz del juego. Y había situaciones divertidísimas.

#LosÚltimosDíasDeCervantes: en 2016 se cumplieron 400 años de la muerte del autor español. El Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO), de la Universidad de Navarra, lanzó el siguiente reto a sus alumnos: recrear la última semana del autor de El Quijote como si estuviéramos notificándola en directo. Había que investigar qué pasó en su vida, a qué se refería cada nota, adaptarlo a la actualidad y jugar con la redacción para hacerlo interesante. Y lo fue. Los alumnos se volcaron, sacaron datos desconocidos, combinaron muy bien la realidad con la ficción y convirtieron una fecha memorable en una actividad común de la que hablar durante meses. Se podría replicar con otros centenarios importantes y locales… ahí lo dejo.

Hay ejemplos para todos los gustos. Hay miles, muy variados. Hay creatividad e interés en disfrutar de la lectura y ganas de compartirlo. Las redes sociales pueden ser demonios terribles, pero también puentes entre personas, generaciones, geografías y formas de ver la vida, un campo fértil donde jugar, aprender y colaborar con la lectura como protagonista. Una inspiración para adaptar las buenas propuestas que vemos a nuestra realidad y hacerlas crecer. Basta con dejarse seducir e intentarlo, ¿aceptas la invitación?

 

Este reportaje es uno de los contenidos del número 10 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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