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14 Oct 2019
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Crónica

Filipinas: El español en su laberinto

Alfonso C. Cobo Espejo

Ni los frailes españoles ni los maestros filipinos tuvieron mucho éxito en la implantación del idioma. Hoy se intenta reintroducir el español en las escuelas

El investigador y profesor universitario Carlos Isabel Gala cuenta a Archiletras por qué las raíces del español nunca agarraron del todo bien en el Archipiélago. «Básicamente, hasta mediados del siglo XIX, toda la oferta educativa estaba en manos de las órdenes religiosas que enviaban misioneros desde España u otras partes del Imperio. Ya en el viaje de Legazpi en 1565 para tomar posesión de las islas viaja un grupo de monjes, que abrieron la primera parroquia y una pequeña escuela adjunta».

Gala afirma que «el objetivo principal era evangelizar y, para alcanzarlo, casi todos los misioneros encontraron más práctico aprender la lengua local que esperar a que los nativos aprendiesen español. Por eso hubo muy poco avance en el aprendizaje del español, sobre todo fuera de las urbes importantes. En las ciudades había escuelas regladas, también religiosas, en las que se iba enseñando el idioma a la vez que el resto de contenidos; y la enseñanza superior ya se hacía enteramente en español».

Así se mantuvo la situación, hasta que en 1863 España decidió crear una red de colegios públicos en todos los pueblos a los que los niños debían asistir obligatoriamente. Para nutrirlas de maestros, se creó en Manila una Escuela de Magisterio. A ella asistían los alumnos más destacados de los misioneros, que regresaban después a su localidad para encargarse de la escuela. Tenían órdenes de enseñar solo en español, pero esto no siempre se cumplía. Aprovechando la falta de control, los docentes escogían las lenguas nativas, dado que la mayoría de sus alumnos ignoraba por completo el español.

En definitiva, ni los frailes españoles ni los primeros maestros filipinos tuvieron mucho éxito en la implantación del idioma. Se calcula que, al llegar el siglo XX, entre un 10% y un 15% de la población sabía español. «Aunque el dato es discutible porque está poco definido qué se entendía por saber español en los documentos que lo recogen: ¿leerlo?, ¿entenderlo?, ¿hablarlo?, ¿a qué nivel?», se pregunta Gala.

La realidad es que, a pesar de la prolongada administración española y de los esfuerzos legislativos y educativos, el número de filipinos que manejaban el español fue siempre reducido, especialmente en las zonas más alejadas de los núcleos de población española.

Otro investigador, Fidel Villarroel, en su artículo Un país hispánico donde no se habla español, publicado en 2014, sostiene que, tras la pérdida de las islas, el castellano «se esfumó por dos factores decisivos: de un lado, la implantación del régimen norteamericano, que duraría 50 años; y de otro, la ausencia de apoyo de España, que se desentendió, bien sea por impotencia o por indiferencia».

Aunque la Constitución de 1935 aún declaraba el español como lengua oficial junto al inglés, la preponderancia de este último era arrolladora. Y la situación no hizo más que empeorar tras la independencia de los Estados Unidos en 1946. En la segunda mitad del siglo XX, fueron varios e infructuosos los intentos de filipinos de cuño indígena o mestizos, hispanistas y diplomáticos por salvaguardar y promocionar la lengua de Cervantes. La puntilla se la dio en 1986 la presidenta Corazón Aquino, que dejó sin vigor un programa de 12 horas semanales que existía en las universidades. Hoy cada centro de enseñanza superior ofrece las horas de español que cree convenientes para cumplir con el requisito de ofrecer alguna asignatura de lenguas modernas.

Sin embargo, el siglo XXI no dibuja un panorama tan sombrío. Actualmente, dos instituciones filipinas luchan por preservar y propagar el español: la Academia Filipina y el Premio Zóbel de literatura. También hay que destacar la labor que realiza el Instituto Cervantes, tanto en su sede en Manila como a través de su colaboración con el Gobierno filipino para reintroducir el español en las escuelas.

 

Esta crónica sobre el español en Filipinas es uno de los contenidos del número 4 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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