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25 Abr 2019
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Tribunal literario

Experimentales vs. realistas

Rafael Reig

Una nueva apelación en la querella entre la literatura culta y la popular, una disputa en la que ambas partes desprecian al lector

 

————————————- ANTECEDENTES DE HECHO ————————————-

Autor: Ben Marcus
Editorial: Jeckyll & Jill
Páginas: 148

Este juzgado ha visto la enésima apelación en la querella entre la literatura culta y la popular, publicada por la editorial Jekyll & Jill con el rutilante nombre de Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos, lo que confirma la afirmación del jurisconsulto Borges: el título es el único género literario que han sido capaces de inventar los tiempos modernos. El libro consta de dos textos de Ben Marcus —uno de los 3.512 novelistas imprescindibles en Estados Unidos— y de un comentario «con unos pinitos en pedantería» de Rubén Martín Giráldez —otra de las 153 firmes promesas de las letras españolas—; y mientras el primero se extiende en un ameno y vehemente alegato contra Jonathan Franzen y en defensa de sí mismo, el segundo traslada con acierto el debate al ámbito hispánico. En cuanto a la pedantería —que no escasea—, este juzgado se atiene al derecho reconocido a que cada uno disfrute muy a su sabor de su propio bachillerato.

Como establece el testimonio de Martín Giráldez, esta querulancia infatigable recorre la historia literaria, desde el mester de clerecía contra el de juglaría hasta la «prosa sonajero», pasando por Góngora, y sin olvidar la jurisprudencia archivada en el expediente La deshumanización del arte, de Ortega y Gasset, que definió con elegancia el nudo jurídico: el arte popular mira a través del cristal, hacia el «interés humano» que está al otro lado de la ventana (o del lenguaje), y en cambio el arte experimental mira el cristal mismo, es decir, el lenguaje, desentendiéndose de ese vulgar «interés humano» que pudiera haber detrás. En otras palabras, hay quien atiende a lo que le cuentan y quien valora por encima de todo cómo se lo cuentan.

Es característico de este litigio valetudinario que ambos querellantes se consideren siempre más lesionados que la parte contraria; todos quieren ser la víctima, igual que en el patio de recreo todos queríamos ser ladrones y no policías. Así, en este nuevo avatar en el que los apelantes se presentan como «experimentales» contra «realistas», Ben Marcus asegura que Jonathan Franzen, con desordenada codicia tanto de prestigio cuanto de éxito de ventas, amenaza la propia vida de Mr. Marcus y su derecho a llevar a cabo sus inocentes experimentos; mientras que Franzen acusa a Marcus y a sus cómplices de coaccionar a la crítica literaria y a los propios lectores convirtiendo la dificultad de lectura en la única garantía de calidad. Así llevan tirándose los trastos a la cabeza desde los tiempos de Berceo. Unos acusan a los otros de «elitistas» y los otros motejan a los unos de «populistas» (ese insulto de reciente incorporación a nuestro acervo).

 

————————————- DISPOSICIONES ————————————-

Este juzgado estima que la nueva apelación prolonga una querella inútil de modo fraudulento, en tanto en cuanto la disfraza de «disputa literaria» escamoteando aspectos esenciales como el funcionamiento del mercado literario y la violencia que en el campo cultural se ejerce para apropiarse del «capital simbólico» (para decirlo en los términos del magistrado Pierre Bourdieu).

Estima también que ambas partes comparten un sentimiento oculto: el desprecio por el lector. Los «experimentales» desconfían tanto de los lectores que se dirigen al selecto e impresionable público de sus secuaces pedantes e intelectuales. Los «realistas», con idéntica desconfianza, eligen suministrarle la clase de lecturas anodinas que creen que se merece su ignorancia. Ambos yerran y olvidan la lección de Cervantes, «el escritor alegre» que logró que se entendieran Sancho Panza y don Quijote.

Condenamos a los «experimentales» apelantes a escribir durante un periodo de dos años al menos tres novelas del Oeste, con expresa prohibición, para el señor Martín Giráldez, del uso de expresiones como «aparecer bajo guisas distintas» o que un «lector ideal escanda una nueva frase».

Asimismo recordamos a los demandantes la sentencia del magistrado Ortega y Gasset: «Con estos jóvenes cabe hacer una de dos cosas: o fusilarlos o esforzarse en comprenderlos. Yo he optado resueltamente por la segunda operación». Este tribunal también, aunque solo por el momento.

 

Este Tribunal Literario de Rafael Reig es uno de los contenidos del número 2 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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