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16 Feb 2021
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Entrevista

Junot Díaz: «La relación entre el español y el inglés en los EE. UU. es como una bachata que todavía no ha terminado»

Javier Rada

Entrevista a Junot Díaz

Es como un animal híbrido en un ecosistema que está sufriendo su cambio climático. Junot Díaz (pronúncienlo sin la t, por favor) parece una nueva especie. Tropical, caribeño, agudo, depresivo, divertido, migrante, cercano… hijo del deep barrio, de las fokin cenizas aún incandescentes del sueño americano.

Un escritor que desearía no escribir. Un novelista y cuentista que ganó el Pulitzer con humorísticos aullidos (su obra, en inglés, es una selva llena de coloquialismos spanglish). Como su lengua criolla, sigue sin integrarse en los USA. Atiende a la música de un cataclismo. Suena un merengue en mitad de una guerra civil: la oralidad común, salvaje, salida de esa cama en la que tienen sexo el español y el inglés. Hay mucho ajetreo bajo las sábanas sudadas del mundo nuevo. Mucho perreo y bachata entre barras y estrellas de fango. Muchos hijos en la diáspora, genes de mujeres agotadas. Nuevos Junots: un relámpago criollo de las letras en mitad del incendio trumpista.

Está considerado una estrella de las letras caribeñas, pero a la vez ganó el Pulitzer, el principal premio anglosajón. ¿Contradictorio?
Yo lo veo por el espejo del Caribe. Me siento identificado como escritor caribeño, dominicano. He vivido mucho tiempo en los EE. UU. y reconozco que soy un animal híbrido, pero esa cuestión de la identidad viene de países donde las cosas son más claras, alguien es mexicano o no, gringo o no… Pero un país como la República Dominicana, con esta diáspora, donde el 15% de su población vive afuera como inmigrante, es una cuestión complicada. Tengo un hermano chiquito que nació en los Estados Unidos y él no tiene esa preocupación. Él se siente americano. En cambio yo, el día que me sienta cómodo en este país, el día que me sienta cómodo en inglés, en ese momento sin duda diré: diablos, ya llegué, ya cumplí el sueño del inmigrante.

¿Qué le hace distinto a su hermano?
Él nació aquí, nunca tuvo otro mundo. El problema mío es que yo tengo otro mundo. Me crié en un ambiente sumamente dominicano. El hermano mío, no. Él se crió más como african-american. Imagino que hay gente que está menos tiempo que yo en los EE. UU. y se sienten cómodos, pero ellos no vivieron en una comunidad como la mía, porque en los años en que crecí aquí la gente no quería saber nada de los latinos. Ahora hay sectores que gozan de lo latino, tú sabes, la comida, el baile. Sectores, no todos, claro, porque tenemos a Trump y a sus seguidores, ¿pero cuando yo me crié en EE. UU. en los ochenta? Buff… Ser latino era obligado a ser criminal.

Ha dicho que su trayectoria hubiera sido imposible unas décadas atrás…
Sí, claro. No hay cultura que no cambie. Ahora en los EE. UU. e igual que en la República Dominicana la gente está más acostumbrada a bregar con otro idioma. Yo creo que este proyecto mío sale de este cambio y se aprovecha de él.

Pero es ola y a la vez resaca: mire a Trump y su ‘America (anglosajona) First’…
Una cosa supercomplicada. Pero también muy interesante. Hay dos cosas que siempre son iguales: la gente muere y las lenguas cambian. Y como escritor uno se encuentra entre las dos. Somos mortales y los lenguajes también. Y eso me fascina. Mira, imagínate, yo me crié en un país donde había doce idiomas. El nombre mío sale de esa mezcla. Yo me llamo Junot. Eso es un apellido francés pronunciado por un dominicano. En español, la gente ve mi nombre y quieren meter la te. El nombre mío es esta vaina rara. Y esa es una de las cosas que como escritor la gozo. Pero también a veces tengo envidia de la gente que viene de una fundación donde no haya tantas ramas (ríe).

En Europa, como en el caso de España, las ramas están algo revueltas…
No, en España, ¡guau! Ustedes están en lo suyo, man.

La oralidad latina, esa jerga caribeña que ha recogido, ¿cómo funciona en su obra? ¿Es un híbrido instalado en su cerebro?
Sobre todo es una estrategia narrativa. Como escritor, yo estoy tratando de convencer al lector o lectora. Tratando de que baje sus defensas. Primero viene esa máscara de oralidad, es alguien que te está hablando. Lo segundo es ver si puedo replicar lo que yo he oído en mi vida entera. Ese sonido caribeño, ese sonido de esas colonias en los EE. UU., ese relámpago, toda esa vaina, esa música que pasa cuando el inglés se encuentra con el español, todo se mezcla con el crioll. Me fascina. Y por otro lado tú y yo entendemos bien que hay muchísima verdad y muchísimo dolor y crueldad en los dichos, en nuestros discursos. Cuando alguien habla, te pueden cortar la cabeza. Pero también con tres palabras te pueden salvar la vida. Y eso es muchísimo poder. Es una cosa que me crece y que yo trato de utilizar en mi escritura.

Creo que ha dicho que el español se ha ganado el fokin respeto en los EE. UU.…
Todavía lo siento. Tú puedes estar en un ambiente angloparlante y conoces a alguien que habla español y allí mismo entra otro color. Hay culturas y personas en los EE. UU. supervalientes e interesantes que tú nunca vas a conocer sin el español. Tú sabes, aquí tenemos el Capitán América, que siempre está cargando con su escudo. Yo no me siento así, me siento que con el español estoy cargando una puerta y cada vez que conozco alguien esa puerta abre a otro mundo.

Pero usted escribe en inglés…
Esa es la pregunta más fácil. Porque yo aprendí en inglés y escribí en inglés. Yo no fui a la escuela en República Dominicana, era joven en un país subdesarrollado.

¿Pero lee en español?
Sí, ay, diablo. Los periódicos en español son unos de los vicios míos. Yo no puedo despertarme sin leer un periódico en español.

En sus novelas ha hablado mucho de amor, romances, adulterios… ¿no cree que la relación del español y el inglés en los EE. UU. es como un amor inacabado, donde hay maltrato, celos, traiciones…?
Es la peor telenovela colombiana planteada en el mundo. Una novela terrible. Y estamos hablando de dos idiomas supercoloniales. Qué destino que el español, uno de los idiomas imperiales más fuertes, se encuentre en este periodo en el suelo. Pero también son lenguas que han ahorcado a muchos otros idiomas. Pero sí, es cierto que esto es una bachata, un merengue, que todavía no ha terminado. Yo creo que esta guerra civil entre el español y el inglés aquí, en estos países, en este mundo nuevo, no terminó. Y tampoco la guerra de estos idiomas imperiales contra los idiomas indígenas. Ojalá llegáramos a un punto más justo, más interesante. Pero tú sabes cómo son los seres humanos, es muy difícil adivinar.

Pero tiene muchas lectoras gringas, personas mayores además…
Ah, uno nunca sabe por qué. Es superdifícil entender por qué alguien se queda con un libro. Es un maldito misterio. ¿Por qué una doña, gringa, vieja, que nunca se ha sentado o hablado con un latino en su vida, se queda con ese libro? Está difícil entenderlo.

También tiene la anécdota de esa doña que quería pegarle a usted en la calle con ese mismo libro…
Es verdad…

¿Forma esto parte del mismo misterio?
Yo como escritor no lo entiendo. Y como lector también es algo raro. Porque uno pasa por etapas, y a veces uno se pone vulnerable a una clase de libro y en otra etapa ese libro no entra. Es muy fluida esta vaina de leer.

A pesar del éxito, sigue estando muy vinculado a su comunidad original, e incluso creo que es mentor de jóvenes latinos. ¿Qué le mantiene en esa raíz?
Ufff. Ahora tengo 51 años y lo veo de otro ángulo. Esto viene de una familia superconservadora, campesina, que no tenía dentro de sus valores el trabajo comunitario. Ayudaban a su familia y a sus vecinos, claro, eran muy generosos, pero fuera de eso, olvídate. Yo creo que es parte de una rebelión contra la cultura familiar. Pero también, man, cuando uno se cría en los EE. UU. y ve que siempre están rechazando lo africano, lo latino, lo caribeño, que todos los que tienen poder aquí dicen que esta gente son animales… hay muchas reacciones, pero una es sentir que tienes que defender tu base.

Un joven inadaptado latino que no paraba de leer

DIAZ Junot

Nacido en Santo Domingo, en 1968, Junot Díaz, como otros compatriotas, conoció la diáspora, cruzó el charco, sufrió la herida de la tierra amputada y fue adolescente en New Jersey (EE. UU.), en el gueto. Un joven nerd o inadaptado latino que no paraba de leer. Un tigre raro que frecuentaba bibliotecas públicas, llegando a caminar kilómetros hasta sumergir su cabeza en los libros. Empezó a publicar cuentos que hablaban de la realidad de estos inmigrantes heridos, usando la jerga anglo-hispana, un estilo divertido y a la vez dramático, vibrante, la música que suena en los barrios. Su primer libro de relatos cortos, Drown, obtuvo buena crítica. Más tarde llegaría el bombazo que lo convirtió en una de las estrellas de las letras caribeñas. En 2007 parió La maravillosa vida breve de Óscar Wao, las peripecias de un obeso nerd dominicano y su familia. Obtuvo el premio Pulitzer 2008 y con él un repunte de la depresión que lleva años posada en sus espaldas como un parásito. Escritor lento, ha publicado además Así es como la pierdes e Islandborn, entre otros cuentos en revistas como The New Yorker. Confesó en 2018 los abusos sexuales que sufrió de niño y que lo marcaron. Actualmente es profesor de escritura creativa en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

 

Esta entrevista es uno de los contenidos del número 9 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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