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09 Feb 2022
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Entrevista

«El lenguaje es un tesoro internacional»

Antonio Martín

Entrevista a David Crystal, escritor, editor, conferenciante y locutor

El lingüista Enrique Bernárdez le definió a usted como un profesional que se ha dedicado a crear herramientas útiles tanto para los profesionales como para los que disfrutan del idioma. Si es así, ¿de qué herramienta se siente más orgulloso?
Sí, la creación de herramientas útiles es una de las mejores formas de entender lo que es la lingüística aplicada. En realidad, no pienso en mi trabajo en términos de orgullo, pero las experiencias más gratificantes han sido sin duda en el ámbito clínico, donde el enfoque lingüístico (en forma de una serie de perfiles lingüísticos) demostró ser de verdadera ayuda en el diagnóstico, la evaluación y la terapia de niños y adultos con diversas formas de discapacidad lingüística.

Al observar su larga carrera como lingüista, también se le podría definir como un «activista del lenguaje» que además nos ha dado muchos buenos consejos. Entre ellos, hay uno que todos los profesionales de la lengua conocen muy bien: «La lengua no se corrompe; deja de molestar esto». La hibridación es constante. El español se mezcla a diario con el inglés, incluso en casos tan particulares como el spanglish o el llanito gibraltareño, pero no hay preocupación por otras hibridaciones debidas a su contacto con el maya, el náhuatl o el guaraní, o el «portuñol»: no se consideran una «amenaza». El inglés también está hibridado con el español, mezclado con el chino, al igual que un gran número de lenguas… incluso con el inglés norteamericano. ¿Es perceptible la influencia de las variantes norteamericanas en el inglés británico común?
Tiene razón. La hibridación es la norma. Nunca ha existido una lengua «pura», en el sentido de que no haya sido influenciada por el contacto lingüístico. El inglés se ha mezclado más que otras lenguas, debido a su larga historia cultural y a su actual alcance mundial. No es posible dar una cifra exacta, porque las palabras pueden pasar por varias lenguas antes de llegar al inglés, pero hay pruebas de que entre 400 y 600 lenguas han prestado palabras. (Puede ver los detalles utilizando la opción de búsqueda avanzada del Oxford English Dictionary en línea). Los préstamos cambian el carácter de una lengua, pero yo no llamo a ese cambio «corrupción». Más bien, lo veo como un aumento de la riqueza expresiva de una lengua. ¿Un ejemplo? Si el inglés no hubiera recibido tantas palabras francesas en la Edad Media, y latinas en el Renacimiento, para complementar el acervo de palabras originalmente germánicas, no habría existido Shakespeare, ya que manipula estos tres dominios de palabras para crear carácter y atmósfera.

Y lo mismo ocurre con el contacto entre lenguas y variedades (o dialectos), que refleja una vez más la historia cultural. Así que, efectivamente, el inglés americano ha tenido un impacto significativo en el inglés británico, a través de las películas, la televisión, la publicidad y muchos otros ámbitos de la vida cotidiana. Todos los aspectos del lenguaje se han visto afectados, especialmente el vocabulario y la ortografía. Mis dos enciclopedias lingüísticas para Cambridge University Press tienen esa ortografía, no la tradicional británica (encyclopædia). Y mientras yo digo schedule con ‘sh’, todos mis hijos lo dicen con ‘sk’, como los americanos. Pero la influencia no es totalmente unidireccional: también hay pubs en Nueva York.

Por nuestra parte, los europeos hablamos una versión peculiar del inglés, sin la menor preocupación de que podamos «corromperlo» (para eso somos españoles, franceses, alemanes o italianos, con un chauvinismo lingüístico monumental). ¿Qué pueden hacer los profesores de idiomas para fascinar a sus alumnos?
Me parece que ayuda mucho respetar el uso que hacen de la lengua y explorar sus intereses y aquello de lo que quieren hablar. Los textos de los libros del colegio están muy bien, pero los chavales quieren utilizar su nueva lengua para hablar (según su edad) de música pop, rap, aficiones, dibujos animados, videojuegos, sexo… Dedicar tiempo a descubrir estos intereses es un tiempo bien empleado.

¿En qué momento fue usted consciente de su pasión o vocación por los idiomas?
Desde que tengo uso de razón tengo curiosidad por los idiomas. Crecer en un hogar monolingüe dentro de una comunidad bilingüe (Gales) fue parte de ello. Mi madre me dijo que hacía preguntas sobre las diferencias entre el inglés y el galés cuando tenía unos tres años. Pero no se convirtió en una vocación hasta que fui a la universidad, donde los cursos sobre inglés en el University College de Londres me introdujeron en la historia del inglés, la lingüística y la fonética.

Otra de sus propuestas fue tomar conciencia del lenguaje. Esto me recuerda que solo cuando las primeras misiones espaciales de los años sesenta tomaron la imagen completa de la Tierra se tuvo una clara conciencia de que estábamos juntos en un solo planeta. ¿Necesitamos una imagen completa de la lengua para valorarla adecuadamente, como un tesoro nacional, al igual que nuestra fauna y flora o nuestros paisajes?
Yo diría más bien «tesoro internacional». Me sorprende que haya tanta gente que no sea consciente de la diversidad lingüística del planeta. Afortunadamente, ahora disponemos de varios atlas lingüísticos de las lenguas del mundo en línea, así como cuentas creativas en las redes sociales. Desgraciadamente, hay pocas oportunidades en los planes de estudio para llamar la atención de los alumnos sobre estos temas. Incluso un pequeño elemento de concienciación lingüística podría ayudar mucho.

Algunos recordamos cuando usted participó en el Foro de Barcelona, en 2004, en aquel espacio («Voces») para dar a conocer las lenguas, grandes y pequeñas. Descubrimos el número de lenguas casi extintas o a punto de desaparecer, que también ha sido una de sus principales áreas de estudio. Nos dice que las lenguas mueren porque mueren sus hablantes: la peste negra, las conquistas y la distribución de gérmenes, los terremotos, los tsunamis, los genocidios… y la indiferencia. ¿Cuál de sus propuestas para salvar las lenguas ha tenido continuidad? ¿Hay más lápidas además de la dálmata?
Las lenguas siguen muriendo, efectivamente. El último estudio que conozco, en el Oxford Handbook of Endangered Languages, sugiere que cada tres meses, más o menos, una lengua se extingue, lo que es mucho mejor que el escenario de «dos semanas» que solía citar en los años 90, pero sigue siendo una crisis real. Ese manual contiene una relación completa de lo que se ha hecho. Internet ha tenido una importancia especial, ya que da a una lengua en peligro o minoritaria una presencia pública que nunca podría haber conseguido de otra manera. Ahora hay muchas comunidades lingüísticas en línea.

En mayo del año pasado, en la Franklin School, en la ciudad de Washington, se abrieron 5000 m2 dedicados al museo Planet Word, similar a los Mundolingua en París, American Writers Museum en Chicago, el Museo de Idiomas de Toronto o el Museo de la Lengua. En Londres se celebra desde hace años The Language Show. En España organizamos los encuentros Lenguando y FIE, de los que solo sobrevive Trabalengua, en La Rioja. ¿Qué más se puede hacer para divulgar el lenguaje, para aprender deleitando?
¿Dice usted «similar a Mundolingua»? Similar en su concepción, sin duda, pero en su tamaño no hay comparación. Es enorme, comparada con Mundolingua, que es preciosa pero está en un edificio minúsculo. Ojalá hubiera más «casas del lenguaje». Me entristece mucho que el proyecto de la Casa de las Lenguas en Barcelona no haya salido adelante, ya que tenía un gran potencial. Y Londres sigue sin tener un centro de este tipo. Es verdad que las lenguas deben tener un mayor perfil público. ¿Por qué no hay un Premio Nobel (o algún equivalente) para las lenguas? Una cosa que pueden hacer las escuelas es organizar pequeños concursos y premios sobre temas lingüísticos para el Día Mundial de la Lengua Materna (21 de febrero) o el Día Europeo de las Lenguas (26 de septiembre) o para uno de los días de la lengua inglesa [y también española]: el 23 de abril según la ONU o el 13 de octubre del Proyecto Inglés. He visto algunos ejemplos maravillosos de trabajos escolares creativos de niños de todas las edades, y cuando llevan sus trabajos a casa, precisamente son quienes también ayudan a informar y entusiasmar a sus padres.

La caja de bombones de David Crystal

David Crystal

David Crystal (Lisburn, 1941), escritor, editor, conferenciante y locutor, es un hito en el camino de la lingüística, tanto por sus hallazgos como por su generosidad en su obra divulgativa. Su obra comprende un centenar de libros: una caja de bombones por la que es difícil empezar, aunque en español solo se ha tradu-cido la décima parte. Los lectores lo conocerán por La revolución del lenguaje (Alianza, 2005) y El pequeño libro del lenguaje (Malpaso, 2020), aunque sus obras de mayor relevancia son sus dos enciclopedias para Cambridge University Press, The Cambridge Encyclopedia of Language y The Cambridge Encyclopedia of the English Language. Sus estudios se centraron inicialmente en la entonación y la estilística, para seguir en la aplicación de la lingüística a contextos religiosos, educativos y clínicos, sobre todo en el desarrollo de técnicas de elaboración de perfiles lingüísticos con fines diagnósticos y terapéuticos. Creó http://www.shakespeareswords.com: todo su trabajo sobre el lenguaje de Shakespeare en un clic. Su empresa, Crystal Reference Systems, se dedica a la gestión y análisis de datos; quizá por ello el lenguaje en internet ha ocupado sus últimos ensayos. Desde los años 80 ha participado en más de una decena de programas, como guionista y presentador. Durante 10 años ocupó una cátedra en la Universidad de Reading, y ahora es profesor honorario de Lingüística en la Universidad de Bangor. Trabaja desde su casa en Holyhead, en el norte de Gales. Pueden acercarse a verle en su web: https://www.davidcrystal.com

 

Esta entrevista es uno de los contenidos del número 12 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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