PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

Archiletras es posible gracias al apoyo de las siguientes empresas e instituciones

Junta castilla jcm
20 Dic 2019
Compartir
Entrevista

«El idioma es mi patria, es lo que me ocurre con el español»

Marco Schwartz

Entrevista con el periodista y escritor Daniel Samper Pizano, una persona de inagotable curiosidad, que habla con erudición de fútbol, de música, de literatura o de historia

El idioma es mi patria, dijo usted en una ocasión. ¿Puede explicarnos esta idea?
Una cosa es la patria geográfica o política. Y otra, la más importante, aquel territorio al que te sientes más íntimamente vinculado y más genuinamente agradecido. Es lo que me ocurre con el español.

Esa patria está permanentemente sometida a la amenaza de invasiones. Sobre todo, pero no solo, del inglés.
Las amenazas, en materia lingüística, dependen más de quienes las reciben que de quienes las perpetran. El problema de la invasión del inglés en el español no es «culpa» del inglés, finalmente lengua imperial, como lo fueron el español y el francés. Sino de la élite que influye en el lenguaje: profesores, periodistas, burócratas, políticos, comerciantes… Con excepciones meritorias, muchos de ellos han utilizado el inglés para degradar la imagen del español. Por eso el comercio de los países hispanos, en especial el comercio dirigido a la alta burguesía, considera que es más fino, más caro y de mejor calidad lo que lleve la marca de la lengua inglesa. No es una lucha de lenguas. Es una lucha de clases. De hecho, los más amigos de usar palabras en inglés suelen hablar muy mal esta lengua y acaban destrozando ambas.

Una vez citó el caso de un restaurante popular de Bogotá que vendía tamales y que en un afán por parecer refinado su dueño lo llamó Tamal’s. Yo vi, también en Bogotá, una peluquería llamada Facelook. ¿Nos preocupamos por esta invasión anglófila o nos divertimos?
Hemos llegado al extremo de ofrecer home delivery, colgar letreritos de closed y open, expresar una venta como sale e imponer, en general, los términos ingleses a modo de distinción de clase y aumento de precio. Los publicistas y el periodismo acrítico tienen una enorme responsabilidad en este sentido. Por supuesto que muchos de estos ejemplos, como Tamal’s, suscitan risa. Pero otros, como general store o MVP (Most Valuable Player, en vez de jugador más valioso) producen tristeza o rabia.

¿Hay invasiones lingüísticas buenas y malas?
Soy fervoroso admirador de todas las lenguas, no solo del español, pues creo que muchas de ellas podrían enriquecer la nuestra, como así ha sido históricamente. Pero los préstamos de otras lenguas son ruinosos cuando marginan palabras que tienen una vieja tradición en español y las reemplazan en forma cursi por términos extranjeros. El clásico matoneo ha sido reemplazado por bullying y el patrocinio o auspicio por sponsoring.

«El español es la lengua del amor», se titula una canción de Bob Dylan. ¿Lo comparte?
Carlos V decía lo mismo: el alemán es la lengua militar; el francés, la lengua para pensar; el español, la lengua para amar. Si nos referimos a su sonido, yo diría que el portugués de Brasil es la lengua más propicia para el amor; es un idioma donde una fórmula química se acuña como un poema.

Usted ha cultivado durante casi toda su vida el género del humor. ¿Tiene límites el humor?
El humor tiene límites objetivos y claros: los que le señala en una democracia el derecho penal. Yo no puedo hacer un chiste en el que acuse a un ciudadano inocente de un delito, porque el juez se lo toma en serio. Del resto, son la audiencia y el tema los que marcan los límites. Un chiste judío pronunciado por un imán ante una congregación islámica puede considerarse antisemita; ese mismo chiste dicho por un rabino ante un grupo de sus correligionarios puede ser una muestra del clásico humor judío.

Dijo Marx que él nunca pertenecería a un club que lo admitiera como socio. Usted, en cambio, entró en la Academia Colombiana de la Lengua. ¿Qué significa ser académico?
Sospecho que esta pregunta nace de una malsana envidia. Consideré y sigo considerando un privilegio el tener silla propia en la Academia (la mía es la P, por si acaso). ¿Cómo puede uno rechazar la posibilidad de defender y buscar la expansión y el respeto de nuestra lengua e influir en la modernización de tan prestigioso instituto?

¿Cuál es el debate más interesante que ha presenciado en la Academia?
La Academia no es como se la imaginan quienes jamás han asistido a una de sus sesiones, visitado sus riquísimas bibliotecas o leído sus publicaciones. Tiene sus mañas y sus protocolos anticuados, pero a pesar de su magro presupuesto, se esmera por contribuir a la estabilidad y defensa de la lengua. Los debates se dan en forma normal y tranquila en las comisiones. Yo puedo decir que casi siempre acudo en bluyines y sin corbata, y jamás me han llamado la atención por ello. Solo me pongo fino cuando sé que es un acto de gran trascendencia para un colega.

García Márquez dijo que la Academia de la Lengua es un cuartel de la policía que tiene preso al lenguaje y exhortó a los escritores a liberarlo. Como académico y escritor, supongo que usted se dará por aludido.
Esas son vainas de Gabo, al que le gustaba sacudir con petardos. Recuerde que también propuso derogar la ortografía, pero no hay un autor que haya dispensado tanta atención, tanto esmero y tanto cuidado a la gramática y la correcta escritura de esta lengua como él.

¿De dónde le surgió la vocación por el idioma y la literatura?
No sé. Desde niño me interesaron la lectura, la escritura y las lenguas, latín incluido. Y como en estas materias era buen alumno y en cambio era muy malo en casi todas las demás, me aferraba a ellas.

¿Qué opina de la corrección política y su influencia en la literatura?
Es una de las grandes tragedias de nuestro tiempo, pues ha trasladado a la sociedad el espíritu censor, que antes era patrimonio de grupos refractarios y gobiernos temerosos. Ahora todo ofende, todo necesita un nuevo nombre que no incomode a alguien. Hace poco me comentaba Pepe García Sánchez, un inteligente director de cine español, que las películas divertidas y satíricas que él hacía hace veinte años sería imposible hacerlas ahora, porque se ha expandido la corrección política. Esta delicadeza insoportable es una nueva mordaza. La falta de humor hay que combatirla con más humor. Yo espero que triunfe aquel predicamento del filósofo brasileño de que «la mordaza aumenta la mordacidad».

Usted ha vivido de cerca la política por familia y por su oficio de periodista. ¿Se expresan peor los políticos hoy que en el pasado?
Muchos factores, entre ellos la ignorancia, la falta de lectura, las redes sociales y la escasa exigencia de niveles, han abaratado y reducido no solo el español sino casi todas las lenguas. ¡Hay que ver el inglés de Trump o el portugés de Bolsonaro! Los políticos suelen ser producto de esta morralla y por eso hablan, se comportan y dan ejemplo de ordinariez y mediocridad. Para saber si se expresan mejor los políticos de hoy que los de antes haga un experimento: lea la obra de dos personajes que presidieron el Congreso de la República [de Colombia]. Eduardo Santos [a comienzos de los años treinta del siglo pasado] y Ernesto Macías [2018-2019]. Y después me cuenta.

¿Puede el lenguaje violento llevar a la violencia?
Por supuesto que la violencia verbal conduce a la violencia, no solo porque hace más denso el clima de odio sino porque el abuso verbal parece autorizar el abuso físico. La técnica de insultar sin medida, patentada por Steve Bannon y aplicada por Trump, Duterte y otros personaje siniestros, va de la mano con su proclividad por la violencia y la amenaza.

Usted es uno de los periodistas más prestigiosos de Hispanoamérica. ¿Cómo ve hoy la salud de la lengua en manos del periodismo?
Yo le agradezco el piropo, pero no me atrevería a afirmar tanto. Debo confesarle que oír los noticieros y leer la prensa, tanto en Colombia como en España, se me ha vuelto un martirio. La razón es sencilla: cada vez son menos los periodistas que sienten cariño por su lengua y respeto por sus lectores en esta materia. Lo menos que se le puede pedir a un periodista es que diga la verdad y que la diga de la mejor manera posible. Esto implica un dominio del idioma que vaya más allá del que puede tener un pinche de cocina. Lamentablemente, ha desaparecido el orgullo de manejar bien el español y la exigencia de estudiarlo con esmero parecido al que el cocinero aplica a sus recetas.

¿De dónde le surgió la pasión por el fútbol?
¿Por qué millones de personas alrededor del mundo se fascinan con este juego tan sencillo que solo pide un balón y diecisiete reglas? ¿Por qué muchos partidos forman parte de la memoria emocional de la mayoría de pobladores de este planeta? No podría decir qué tiene el futbol, qué secreta cuerda toca, para despertar esa afición tan intensa, extensa y variada.

Lo que sí parece claro es que hay una estrecha relación entre fútbol y literatura.
Dicen que el fútbol es una representación lúdica de la vida y la literatura una representación poética de la realidad. Esto nos lleva a concluir que fútbol y literatura son hermanos de leche.

Una curiosidad: ¿por qué es forofo del Barça? ¿Qué le hizo el Real Madrid?
Del Santa Fe soy hincha condicionado, porque soy bogotano y porque el club nació en el colegio donde yo estudié. Pero cuando uno es libre de escoger, lo inteligente es escoger lo mejor. Y ya nadie discute que el Barcelona es el equipo que más alto ha conducido el fútbol en los últimos treinta o cincuenta años. El Real Madrid es, como dirían mis nietas, puro cuchifó.

Otra de sus pasiones es la música vallenata.
Tengo una abuela guajira cuya sangre me transmitió el ADN del vallenato. Lo demás fue cuestión de buen gusto.

¿Qué le aporta esa música al español?
El vallenato clásico aporta frescura, riqueza, precisión. Hice un estudio sobre las letras de más de doscientos vallenatos y sus autores no necesitaron ni un solo anglicismo para contar sus historias populares y deliciosas, salvo la expresión «negro chumeca», que procede de «negro Jamaican». Abundaban los términos que uno encuentra en el Quijote.

Siguiendo con la música, ¿nos puede hablar de su curiosa relación con la muerte de Carlos Gardel?
Nunca he negado que un tío mío [Ernesto Samper Mendoza] conducía el avión en que murió Gardel. Lo que ya nadie duda es de que hubo algo raro en ese accidente y que el culpable no fue el piloto.

Y más música: usted ha pedido el Premio Cervantes para Joan Manuel Serrat. ¿Por qué?
Si a Bob Dylan le dieron el Nobel de Literatura y a Leonard Cohen el Princesa de Asturias, estamos en mora de otorgar a Serrat, el más popular de los poetas en lengua española de los últimos lustros, el máximo premio que reconoce su aporte a nuestra lengua.

¿Y qué hacemos con Sabina?
Finalista.

Usted es colombiano, pero tiene fuertes vínculos con España. Incluso en Wikipedia aparece el general O’Donnell en alguna rama de su árbol genealógico familiar. Tiene además la doble nacionalidad colombiana y española. En estos días de bicentenarios de independencia, ¿usted celebra o simplemente conmemora?
No sé quién era O’Donnell, ni desciendo de ninguna familia aristocrática. Este fue un embuchado que alguien metió en mi biografía de Wikipedia y no he logrado limpiarlo. Lo que sí sé es que gracias a la colonización española formo parte de un se teje (tejido) alrededor de la lengua española. Ya se ha despejado suficientemente la leyenda negra como para entender que la historia americana habría podido ser mucho peor, pero no mucho mejor.

Dicen que en su país se habla el mejor español del mundo. ¿Comparte esta apreciación?
Tenemos fama universal de hablar muy bien el español. Los colombianos sabemos que no es así, pero, como se trata de uno de los pocos prestigios que nos quedan, lo mejor es esmerarnos para que sea verdad.

Usted ha dedicado gran parte de su tiempo a la investigación del idioma español. Cuéntenos algún hallazgo que haya hecho.
Por ejemplo, descubrí, estudiando a Quevedo, que hace casi cuatro siglos él ya usaba la palabra puto como adjetivo, tal como hoy lo hacemos: el puto viaje, el puto libro, la puta corbata…. Ese ha sido mi puto aporte.

¿De dónde le nace su devoción por Quevedo?
En la historia milenaria del español no ha habido un poeta tan hondo y tan divertido como el buen don Francisco.

¿Quién era mejor en el arte del insulto: Quevedo o Góngora?
Ambos se insultaban con penetrante veneno y profundo ingenio, pero a Quevedo se le entendía. A Góngora, muy poco.

Lleva usted más de treinta años viviendo entre España y Colombia. A estas alturas, ¿usted trapea o friega?
Yo, en castellano, madrugo, preparo el desayuno, recojo la mesa, compro parte del mercado, lavo la vajilla, tiendo las camas, boto la basura, voy al banco, asumo las diligencias administrativas, reparo desperfectos y por la noche armo los sándwiches. Mi mujer trapea y friega. Sobre todo trapea conmigo [me avasalla, en Colombia] y friega [molesta] a toda hora. Pero es mi mujer y la quiero.

 

 

Daniel Samper

Un prolífico escritor, tan erudito como rebelde

Uno de los periodistas más influyentes de Colombia y un prolífico escritor, con más de veinticinco libros a cuestas. Pero es, por encima de todo, una persona de inagotable curiosidad, que habla con erudición de fútbol, de música, de literatura o de historia. Pero quizá uno de los temas que más lo apasionan es la lengua española, a la que considera su «patria». No por azar es miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Asiste a tan solemne recinto ataviado de americana de pana, vaqueros y zapatos tenis, atuendo con el que conserva una vieja rebeldía que lo llevó a participar en los años setenta en proyectos periodísticos contestatarios como la revista Alternativa, que impulsaron Gabriel García Márquez, Enrique Santos y otros intelectuales.

Empezó a trabajar como periodista a los diecinueve años en el diario El Tiempo, mientras estudiaba Derecho. En los años setenta, siguiendo la estela del escándalo Watergate, fue precursor en Colombia del periodismo de investigación, con el que hizo tambalear a más de un gobierno y se granjeó no pocos enemigos. En 1986, tras ser objeto de amenazas, se estableció en Madrid.

En la actualidad vive a dos velas entre esta ciudad y Bogotá.

 

Esta entrevista es uno de los contenidos del número 5 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras, disponible en kioscos y librerías.
Si desea suscribirse o adquirir números sueltos de la revista, puede hacerlo aquí https://suscripciones. archiletras.com/