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03 May 2022
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El habla de los bebés, juegos y emociones para aprender a comunicarse

Desde la primera sonrisa y el llanto, el recién nacido intenta expresar lo que siente, más tarde interactúa con el entorno con sonidos básicos y emite vocalizaciones. Es el camino hacia la primera conversación, verbal o gestual

La adquisición del lenguaje es un largo mecanismo físico, neurológico y también afectivo para los niños. El bebé pasa del llanto al balbuceo y más tarde a las palabras y las frases; y es durante los primeros tres años de vida cuando más desarrolla las habilidades del habla y el lenguaje. Los expertos afirman que lo que impulsa a un niño a comunicarse es su gran necesidad afectiva. El lingüista norteamericano Noam Chomsky, que ha desarrollado numerosos estudios en el campo de la psicología del desarrollo y es uno de los pensadores más reconocidos, afirma que los niños nacen con una predisposición innata a desarrollar el habla, sin importar dónde hayan sido criados, y que el ser humano tiene en su cerebro un dispositivo de adquisición del lenguaje que le permite analizar el ambiente que le rodea y descifrar las reglas de la comunicación oral, ya que existe una gramática universal común en todos los sistemas de lenguaje conocidos hasta la fecha.

María Montessori (1870-1952), médica y educadora italiana conocida por la filosofía de la educación que lleva su nombre y por sus escritos sobre pedagogía científica, también se dio cuenta de esta predisposición y, de hecho, definió el desarrollo del lenguaje como uno de los periodos sensitivos que atraviesa el niño durante su infancia.

En su libro La mente absorbente, explica la importancia de los primeros dos años y medio en todo el proceso, periodo tras el cual se produce lo que ella llamaba la explosión del lenguaje, el momento en que los niños comienzan a hablar con lengua de trapo y el perfeccionamiento posterior a una velocidad increíble.

Montessori afirmaba que el niño de dos años y medio solo posee de doscientas a trescientas palabras, mientras que a los seis años conoce miles de palabras. «Todo esto tiene lugar sin maestro, por adquisición espontánea. Y resulta que, una vez que el niño ha aprendido todo esto por sí mismo, lo enviamos a la escuela y le enseñamos el alfabeto como una gran adquisición».

Los especialistas señalan que los bebés comprenden bastante durante el primer mes de vida, ya que son capaces de reaccionar a sonidos fuertes frunciendo la frente o con cambios de ritmo en su respiración y responden a una voz que les tranquiliza, sonríen o tienen una expresión más viva ante sonidos familiares, y en especial a la voz de su madre.

A partir del segundo mes, es cuando los bebés empiezan a disponer de señas lógicas para expresar si tienen hambre, si están contentos, si están afligidos… Empiezan a emplear los sonidos «a»,»e» y «o» como vocalizaciones de placer, además de emitir los sonidos «j», «k» y «g». También a esta edad imitan movimientos como abrir la boca o sacar la lengua o cambian la expresión de su cara o giran ligeramente la cabecita si escuchan un ruido cerca. A los tres meses, empiezan a usar hasta cuatro vocalizaciones abiertas diferentes, como por ejemplo «aaaaaa» o «eeeeeee», además de hacer vocalizaciones de hasta cuatro sílabas diferentes usando como mayor frecuencia los sonidos «k» y «g» (del tipo «kakakaka» o «gagagaga»).

A medida que crecen, comienzan a distinguir los sonidos del habla que componen las palabras de su lenguaje y a los seis meses, la mayoría de los niños reconocen los sonidos básicos de su lengua materna.

La primera «conversación» de los bebés se da de forma no verbal y ocurre poco después del nacimiento. Los bebés expresan sus emociones y necesidades físicas a través del llanto. De forma natural, antes de que un niño pueda hablar con palabras, ya sabe comunicarnos cosas, lo hace a través de la sonrisa, el llanto, la mirada, la expresión facial, la postura o los movimientos corporales y los gestos naturales con las manos, porque aprenden por imitación, pero también por necesidad, por la necesidad de hablar y de comunicarse.

Estimular al niño desde que emite sus primeros balbuceos hasta que es capaz de pronunciar las primeras frases es fundamental para su desarrollo lingüístico. «La forma de estimularle es hablarle mirándole a los ojos en momentos activos, repetimos las palabras averiguando lo que quiere decir y aprende a través del juego y a través de la interacción. Utilizamos el lenguaje corporal y cuantos más gestos hacemos al hablar con él, más información le estamos dando y, por tanto, más fácil es para él entender lo que quieres decirle», explica Eva Durán, educadora y directora de la escuela infantil Ángel de la Guarda, de Alhaurín de la Torre (Málaga), una escuela que pertenece a la red Koala, Escuelas Infantiles, la filial de Clece especializada en servicios educativos, que lleva dieciocho años gestionando centros de primer ciclo de educación infantil en España.

En la etapa de educación infantil, y sobre todo en el primer ciclo, la comunicación con los niños y niñas de 0 a 3 años se basa en una rutina diaria de juegos, aprendizaje, experimentación, exploración y atención. El juego es el motor de su día a día y también las actividades basadas en la educación de las emociones. Cuando un niño o una niña juegan, están aprendiendo y adquiriendo habilidades. El juego educativo no se entiende como un mero pasatiempo, significa aprender normas, sociabilizar, aprender secuencias, practicar acciones, desarrollar la creatividad y explorar su entorno y cómo pueden actuar sobre él. Organizar momentos de juego con una serie de objetivos va a beneficiar a los niños en todas sus facetas, entre ellas, la comunicación y la comprensión.

Los educadores consideran que es muy útil jugar frente al espejo a hacer gestos, como abrir la boca, la mímica de comer o el acto de sacar la lengua; también ayuda el juego de imitar sonidos de animales y otras onomatopeyas y las canciones o las rimas con gestos.

Para el desarrollo del habla, las escuelas de Clece, que cuentan con 117 centros que atienden a 9000 alumnos, utilizan un material específico como el proyecto educativo Klecito, que fomenta el lenguaje y la comprensión orales con ejercicios de relajación, respiración, percepción auditiva, ritmo y praxias bucofaciales. La música, el arte o los cuentacuentos son parte de este material como lo son los recursos interactivos que enseñan de una forma más divertida y cercana a ellos, y los bits de inteligencia (flash-card), una secuencia de imágenes para aumentar su vocabulario.

También desarrollan el método Ensigname, un programa innovador de introducción a la lengua de signos española y a la comunicación no verbal, no solo como medio de inclusión, sino también como forma de reforzar la estimulación del lenguaje verbal en los bebés.

El programa lo forman bits y murales con los diferentes signos y su uso estimula la adquisición del lenguaje y favorece la comunicación.

Diferentes estudios señalan que los niños pequeños, incluso bebés de 9 a 12 meses, que aprenden a usar signos para comunicarse, aprenden a hablar antes que aquellos niños que no han aprendido a signar. Encontrar el nivel de exigencia adecuado a sus posibilidades ayuda a que el alumno esté motivado, tenga interés y se consiga un mayor éxito.

En los niños se desarrolla antes la comunicación no verbal, la imitación motora y las habilidades motoras en general que la capacidad de producir palabras. Además, muchos de ellos procesan con más facilidad los estímulos visuales que los auditivos; por eso, interpretan mejor los gestos y los signos manuales que las palabras.

Sensibles al multilingüismo

Todos estos sistemas de comunicación (la lengua de signos, los gestuales, las emociones, el bilingüismo, el trilingüismo…) son muy importantes para el desarrollo de los bebés. «Cuando nacen y cuando más pequeños son, más sensibles son a todos los sonidos y por tanto al multilingüismo. Luego, cuando van creciendo, ya pierden parte de esa sensibilidad a los sonidos que no sean los de su lengua materna. Por eso, es muy importantes que tengan estímulos que les facilite el multilingüismo en los primeros momentos de su vida», señala la psicolingüista y colaboradora de Archiletras M.ª del Carmen Horno Chéliz, que añade que un entorno monolingüe cierra todas esas posibilidades de desarrollo.

Los niños aprenden a ser bilingües ya desde el vientre materno, según algunos estudios que se han publicado en los últimos años. Investigadores de la Universidad de Columbia Británica en Canadá y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos demostraron en el estudio «Las raíces del bilingüismo en los recién nacidos», publicado en la revista Psychological Science, que los sonidos que llegan mejor al feto son los emitidos por la madre, de modo que si esta es bilingüe y habla de manera habitual en dos lenguas, el bebé reconocerá esas dos lenguas, discriminando cada una de ellas. Otro estudio publicado en la revista científica Thieme Journal, asegura que, aunque los niños que aprenden dos idiomas a la vez tardan un poco más en desarrollar completamente el lenguaje, el aprendizaje de dos lenguas de forma simultánea no le confunde y le aporta mayor habilidad lingüística.

Sobre el aprendizaje de más de una lengua desde la cuna, los responsables de Koala Escuelas Infantiles, que desarrollan también proyectos bilingües y trilingües, señalan que «el aprendizaje de una segunda lengua resulta mucho más beneficioso si se inicia, de manera precoz y simultánea antes de los 3 años. Se intenta que el niño comprenda las rutinas diarias en ambas lenguas y progresivamente ampliar esa comprensión hasta la formación del vocabulario. Todos los conceptos se trabajan paralelamente en castellano y en la lengua extranjera con actividades complementarias. Los niños aprenden con un plan de enfoque global y transversal de canciones, cuentos, juegos y rutinas».

Los educadores proponen que los adultos que interactúan con el niño utilicen de forma combinada el lenguaje oral y algunos signos cuando se comunican con él, además de los gestos naturales, la mirada y la referencia a objetos reales y a imágenes.

Sobre este aspecto, M.ª del Carmen Horno remarca la importancia del apego y señala que reforzarlo en las relaciones con los adultos en los primeros momentos es muy importante para la autoestima de los niños. También, la educadora Eva Durán dice que «comprender a los bebés, lo que transmiten con sus comportamientos y señales, es la base para darles una respuesta adecuada y ayudarles a regularse, a mantenerse en calma y a generar un vínculo de apego seguro».

Con el lenguaje gestual y de sonidos, los niños buscan la mirada de la educadora, moviendo sus pequeñas manos o sus pies, pues nacen con un amplio repertorio de reflejos que les permite interactuar con el mundo de una manera eficaz. Y a su vez, las educadoras reafirman ese vínculo cuando ambas partes empiezan a conocerse y a buscar la forma de comunicarse.

Del balbuceo a las palabras

De forma natural, un bebé se comunica con la sonrisa, el llanto, la mirada, la expresión facial, la postura o los movimientos corporales y los gestos naturales. Su forma de comunicarse va evolucionando a medida que van creciendo y pasando de los balbuceos a las palabras. Este es el primer camino por el lenguaje que recorre el bebé y comienza cuando emite sus primeros fonemas y cuando es capaz de denominar algo por su nombre. A partir de entonces, desarrolla su capacidad lingüística, amplía poco a poco su vocabulario y aprende a construir frases. Este aprendizaje se produce de forma natural, pero adaptado al ritmo y características de cada menor, que no es igual en todos.

La comunicación total supone el uso simultáneo de palabras, gestos, signos y otros sistemas representativos de comunicación por parte de quienes se encargan del cuidado de los niños (familias o educadores). También implica que los adultos fomenten que el niño aprenda a utilizar los gestos naturales y los signos manuales para comunicar lo que quiere o lo que le interesa, al mismo tiempo que se estimula la producción de sonidos o el lenguaje hablado.

 

Este artículo es uno de los contenidos del número 13 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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