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25 Sep 2020
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Comunicación política

Nueva política, nueva y vieja retórica

Estrella Montolío/Sebastián Bonilla

¿Cómo es la oratoria de los principales dirigentes políticos españoles? ¿Qué figuras retóricas usan? ¿Hay muchas diferencias en función de los diversos posicionamientos ideológicos?

Para responder a las preguntas que encabezan este texto, hemos seleccionado alocuciones homogéneas de todos ellos: el minuto de oro final que se les dio a cada uno en dos debates televisados de la campaña electoral del 10 de noviembre pasado; el debate entre las portavoces de los diferentes partidos celebrado el 2 de noviembre, y el debate de los candidatos a presidente del Gobierno celebrado dos días más tarde, el 4 de noviembre.

Este análisis oratorio cumple con la cláusula ética de la neutralidad del estudio. Por una parte, las intervenciones son comparables, ya que el género comunicativo analizado es el mismo para todos los políticos estudiados. Por otra, los análisis y comentarios no serán ideológicos ni políticos, sino únicamente comunicativos.

El análisis no se presenta como un trabajo destinado a especialistas en discurso político, sino como una presentación necesariamente breve y sintética dirigida a lectores no expertos.

En la tradición oratoria francófona y anglosajona, la capacidad de síntesis, de expresarse con precisión, es un valor apreciado que se asocia a la inteligencia, la racionalidad y la capacidad personal del candidato. Como el mundo de las nuevas tecnologías de la comunicación y redes sociales ha sido diseñado por anglosajones, los comunicadores actuales o bien se adaptan a la concisión y «pegada» de los dos cientos ochenta caracteres de Twitter o corren el riesgo de hacerse irrelevantes en la conversación pública.

Frente a estas tradiciones de patrones oratorios más directos, la oratoria hispánica se ha caracterizado más bien por su barroquismo, por el uso de frases largas, a menudo enrevesadas y no siempre bien trabadas, y de composiciones léxicas complejas. El minuto de oro, por tanto, obliga a los candidatos a respetar una disciplina verbal rigurosa, en la que no siempre están entrenados. En cualquier caso, el ciudadano medio puede captar en ese conciso minuto el estilo personal de quien habla y extraer conclusiones acerca de la claridad de sus ideas y, en general, de su capacidad comunicativa.

El minuto de oro final de los debates televisados suele marcar el pico de audiencia de la emisión. Y así fue en noviembre pasado, con cerca de 7,2 millones de espectadores en el debate de portavoces del día 2 y con 8,6 millones en el de candidatos a presidente del día 4.

El minuto de oro «ideal» es una pieza oratoria que exige una buena preparación previa, que invita a la síntesis inteligente de ideas, a emplear cierta dosis de ingenio y a ser capaz de transmitir carisma personal. Requiere el uso eficaz de mecanismos de persuasión y saber establecer al instante una conexión tanto racional como emocional con la audiencia. Ahora bien, el minuto de oro «real» suele estar condicionado por el cansancio físico y mental que provoca una tensión continuada durante dos horas y media de intenso y agotador debate, con diversos episodios de cruda virulencia dialéctica que deja secuelas perceptibles en los oradores. Una metáfora deportiva muy pertinente para entender mejor qué es el minuto de oro es imaginarse una prueba de maratón de cuarenta y dos kilómetros que se decidiera de manera agónica al esprint final.

Analizamos a los líderes en orden alfabético. Hemos prescindido del análisis de uno de ellos, Albert Rivera, al haber abandonado la política.

Santiago Abascal. VOX

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«Esta noche han tenido ustedes la oportunidad de escuchar, sin manipulaciones, las propuestas de Vox. Ahora ya pueden ustedes juzgar por ustedes mismos. Queremos defender la unidad y la soberanía de España, ilegalizando a los partidos separatistas y restaurando el orden constitucional. Queremos reducir al máximo el gasto político, acometiendo una histórica rebaja de impuestos. Queremos combatir la inmigración ilegal que llena de delincuentes nuestras calles y que discrimina y perjudica a los españoles más modestos. Y queremos transformar el estado de las autonomías, recuperando, en primer lugar, las competencias de educación, sanidad, de justicia y de interior, para devolver la igualdad a los españoles, para poder pagar las pensiones. Y queremos, por supuesto, defender la libertad frente a la dictadura progre que divide a los españoles, que pretende que las mujeres se enfrenten contra los hombres, y que quiere que los nietos tengan que condenar a sus abuelos. Buenas noches y viva España».

Vocabulario enfático en torno a la refutatio
Uno de los mecanismos lingüísticos que llama la atención del discurso de Abascal es el uso que hace de un vocabulario enfático. Reparemos en los verbos que emplea: juzgar, defender, ilegalizar, combatir, discriminar, dividir, enfrentar, condenar. Todos ellos contienen rasgos semánticos de intensidad y enfrentamiento. El paisaje político y social que dibujan estos verbos de intensificación semántica es el de la emergencia nacional ante los múltiples peligros que amenazan al país.
Situado en esta perspectiva discursiva, el discurso de Abascal orbita alrededor de la figura retórica de la refutatio, que consiste en desacreditar los argumentos desfavorables para su propia tesis. En este sentido, Abascal clama por restaurar un supuesto orden constitucional roto, por devolver al Estado central todas las competencias autonómicas o por terminar con las políticas de igualdad. De hecho, Abascal propone en su discurso la refutación de buena parte del orden democrático constitucional actual.
La argumentación de este dirigentes viene apoyada por argumentos desacreditados y revelados como falacias por los datos estadísticos oficiales, como que «la inmigración ilegal (…) llena de delincuentes nuestras calles».
En el discurso de Abascal se detecta el uso de la figura retórica del disfemismo, un recurso expresivo que consiste en «nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría». Dejando a un lado las cuestiones ideológicas, la expresión «la dictadura progre (…) que pretende que las mujeres se enfrenten contra los hombres, y que quiere que los nietos tengan que condenar a sus abuelos» es, técnicamente, un doble disfemismo, por un lado, de las políticas de igualdad en vigor, y por otro, de la ley de memoria histórica refrendada en el Parlamento.

 

Cayetana Álvarez de Toledo. PP

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«Sí, españoles, llevamos cuatro elecciones generales en cuatro años ¿Quieren ustedes evitar unas quintas? Yo, sí. Y por eso quiero dar las gracias a Sánchez, por convocar unas elecciones que nosotros tenemos la oportunidad de ganar y tenemos que salir a ganar. Yo quiero que España tenga un gobierno. Y lo necesita. Lo necesita para afrontar la insurrección que lideran Torra, Junqueras, Otegui, y también para afrontar la crisis económica. Con Sánchez no habrá jamás un gobierno, no habrá gobierno. Y, por supuesto, no habrá un gobierno bueno para España. Lo que habrá es parálisis y caos. Fuego (sic) por acabar este debate como lo empecé y, de nuevo, quiero decirlo de manera lo más sencilla posible. Votando a Sánchez no habrá gobierno, pero es que votando a cualquier otro partido político, a Ciudadanos, es verdad, y a Vox, tampoco habrá gobierno. Solo habrá gobierno votando al Partido Popular. Solo habrá gobierno si gana Pablo Casado. Por eso esta noche pido, por favor, con esperanza, con convicción, que no tiren su voto».

Potenciando la adhesión emocional
En esta pieza oratoria, destaca el uso de dos figuras retóricas: la apelatio y la simplificatio. Álvarez de Toledo comienza y termina de oro de manera simétrica con el mismo recurso retórico de la apelatio. Esta es una figura de fuerza que permite al orador dirigirse directamente a su auditorio para influir en su ánimo, en este caso, primero con un vocativo disruptivo en el discurso político español del siglo XXI, españoles, que despierta ecos de épocas previas, para seguir con una pregunta inquisitiva y retadora: «¿Quieren ustedes evitar unas quintas (elecciones)? Yo, sí»; y, al final del discurso, una petición directa: «Por eso esta noche pido, por favor, con esperanza, con convicción, que no tiren su voto». Ese amable «por favor» atenúa la frase casi admonitoria pronunciada, además, con un tono de cierta reprensión: «que no tiren su voto».
La segunda herramienta retórica de su intervención es la simplificatio, una figura oratoria que permite construir una argumentación mínima, esencial, enfocada a facilitar la comprensión del auditorio. La candidata misma anuncia su operación de simplificatio: «por acabar este debate como lo empecé y, de nuevo, quiero decirlo de manera lo más sencilla posible…». El argumento simplificado que presenta es: «Con Sánchez no habrá jamás un gobierno / votando a cualquier otro partido político… tampoco / Solo habrá gobierno votando al PP. Solo habrá gobierno si gana Pablo Casado». La simplificatio exime al orador de entrar en detalle, con la justificación —cierta en este caso— de que no hay tiempo para decir más. Este recurso permite también a la candidata pasar directamente a la conclusión, sin tener que emplear en el proceso razonamiento lógico alguno. Se trata de una figura que elude el proceso racional y potencia el componente de adhesión emocional e incondicional al discurso.

 

Inés Arrimadas. Ciudadanos

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«¿Cuántas veces? ¿Cuántas veces han escuchado al PP y al PSOE hacer las mismas promesas desde la oposición que nunca cumplen desde el gobierno? ¿Cuántas veces han votado ustedes a alguien que ha acabado en la cárcel por corrupto? ¿Cuántas veces han confiado en el PP y en el PSOE y su voto ha acabado favoreciendo al nacionalismo? Muchas ¿no? Pues ya está bien. Porque ya es hora de frenarle los pies al separatismo. Ya es hora de que los autónomos, las familias trabajadoras, los pensionistas, lleguen tranquilos a final de mes, sin que nadie les fría a impuestos o a burocracia. Ya es hora de que las mujeres no tengamos que elegir entre nuestra familia o nuestro trabajo. Ya es hora de que en cualquier parte de España haya las mismas oportunidades. Pues todo esto está en tus manos. Hay que ir a votar el 10 de noviembre. Ciudadanos ha conseguido cosas que parecían imposibles, en Cataluña, en Andalucía. Ahora las podemos conseguir en toda España. El 10 de noviembre ve a votar, porque podemos poner juntos España en marcha».

Argumentos contrapuestos
Arrimadas combina dos figuras retóricas de fuerza que ya nos resultan familiares: la apelatio y la reiteratio. La política pregunta en cuatro ocasiones de manera directa a los votantes en tono retador: «¿Cuántas veces…?», y, para mantener la simetría estructural de su discurso, afirma también justo en otras cuatro ocasiones: «Ya es hora de que…».
Arrimadas potencia su reiterada apelación al votante usando de manera expresiva estructuras bimembres que contienen argumentos contrapuestos (antítesis). Así, a la expresión «Cuántas veces han escuchado al PP y al PSOE hacer las mismas promesas desde la oposición…», Arrimadas contrapone irónicamente en el segundo miembro «… que nunca cumplen desde el gobierno». A la expresión «Cuántas veces han votado ustedes a alguien…», Arrimadas contrasta de manera cáustica «… que ha acabado en la cárcel por corrupto». Más adelante, la cuádruple reiteración del «ya es hora» transmite la sensación de la creciente impaciencia de una ciudadanía a punto de explotar, en un crescendo argumentativo que culmina hábilmente en la coda del eslógan de campaña de Ciudadanos: «poner juntos España en marcha».
La combinación calculada, casi simétrica, de paralelismos y antítesis hilvanados mediante una acentuada ironía aportan a su discurso una arquitectura formal sólida, que Arrimadas enriquece con una apelación reiterada al votante con un tono de voz teñido de urgencia y con una dinámica expresiva que sigue el patrón enfático del orador airado que habla en tono de denuncia. Estas características formales y emocionales filian la pieza de Arrimadas con el género oratorio clásico de la diatriba.

 

Pablo Casado. PP

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«Me gustaría estar ahora en tu casa, para mirarte a los ojos, darte la mano bien fuerte y pedirte tu confianza para liderar un cambio en España. Quiero ser el presidente que está a tu lado, que te sea útil, que te acompañe para resolver tus preocupaciones porque son también las mías. Quiero liderar un gobierno de verdad, que no le tiemble el pulso frente a los separatistas y que no le tiemble las piernas para resolver la crisis económica y social que siempre nos deja la izquierda. Un gobierno que proteja a los mayores, para que tengan su tranquilidad con una pensión garantizada. Un gobierno que impulse a los jóvenes para que puedan conquistar sus sueños, pero con un empleo de calidad. Un gobierno que acompañe a las familias, para que sigan haciendo planes, pero desde la casa que quieren, y con la educación y sanidad que merecen. En definitiva, quiero ser el presidente para desbloquear esta situación, para recuperar la concordia, para gobernar para todos, por todo lo que nos une. Y para recuperar ese espíritu de ‘España Suma’. Para que no volvamos a fragmentar el voto de centro y derecha, como pasó en abril. Porque solo el PP puede ganar al partido socialista y puede formar gobierno. Un gobierno de cambio. Por tanto, unamos nuestros votos para unir España».

Mensaje ordenado y de comprensión fácil
La estructura retórica de la intervención de Casado se apoya en una figura de impacto, la apelatio, y en otra de simplificación, la reiteratio. «Me gustaría estar ahora en tu casa, para mirarte a los ojos, darte la mano bien fuerte y pedirte tu confianza». Esta osada frase inicial es una potente apelación al votante, para que se imagine una situación hipotética de encuentro, de máxima cercanía y conexión personal con el candidato.
Casado opta por una simplificación de su discurso, apoyándose en la repetición de secuencias sintácticas idénticas, con el objetivo de que su mensaje sea ordenado y fácilmente comprensible. La reiteratio es un formato rítmico-repetitivo muy productivo, que permite empaquetar de manera homogénea mucha información en escaso tiempo. En este sentido, Casado usa un tricolon de estructuras en paralelismo: «Quiero ser el presidente que está a tu lado, que te sea útil, que te acompañe… Quiero liderar un gobierno de verdad, que no le tiemble el pulso… y que no le tiemblen las piernas…».
La segunda tanda de repeticiones sintácticas destinadas a caracterizar el gobierno que se propone sigue este patrón: «Un gobierno que proteja a los mayores para que… Un gobierno que impulse a los jóvenes para que… Un gobierno que acompañe a las familias para que…».
Y en la tercera secuencia: «En definitiva, quiero ser el presidente para desbloquear… para recuperar… para gobernar… para que no volvamos a fragmentar…». Esta reiteración de secuencias sintácticas paralelas le permite mencionar un repertorio de problemas diversos que preocupan a la ciudadanía, y hacerlo de una manera coherente y ordenada en una propuesta política expresada de una manera fácil de entender.

 

Pablo Iglesias. Unidas Podemos

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«Creo que la gente debe estar harta ya de los minutos de oro de los políticos. Por eso, quiero dedicar el mío a una de las millones de personas que nos está viendo. “Tengo 28 años y me he pasado toda la vida estudiando para terminar trabajando de algo que no he estudiado. Un trabajo en el que siquiera me dan 15 minutos para salir a comer. Quiero irme de casa de mis padres y vivir con mi novio, pero los precios de los alquileres en Valencia son tan altos que con mi sueldo nos resulta imposible. Tengo una minusvalía y en algunos trabajos me discriminan por este hecho. Soy un problema porque podría necesitar coger la baja si tuviera un brote. El año pasado tuve un brote y continué viniendo a trabajar. Lo hice por miedo al despido”. Necesitamos un cambio y lo necesitamos ya. Que nadie te convenza de que no se pueden cambiar las cosas. Puede haber un gobierno que defienda a la gente. Sí se puede».

Callar para que se oiga la voz del pueblo
La opción del candidato aquí es renunciar a su propia voz y, en su lugar, leer las palabras de una ciudadana anónima, con la siguiente justificación: «Creo que la gente debe estar harta ya de los minutos de oro de los políticos. Por eso, quiero dedicar el mío a una de las millones de personas que nos está viendo».
Aparentemente, Iglesias está adoptando una actitud antirretórica, pero, de hecho, ya Cicerón analizó esta decisión oratoria de callar para que se oiga la voz del pueblo como una de las figuras retóricas con mayor fuerza expresiva y mayor impacto emocional. Explica Cicerón que los políticos discurseaban sobre la conveniencia de entrar o no en guerra, sin convencer al pueblo. De pronto, ocupó la tribuna una madre mostrando las prendas ensangrentadas de su hijo, asesinado por el enemigo. El pueblo ya no dudó de que era su obligación entrar en guerra.
Iglesias mimetiza sus palabras en las palabras de una ciudadana anónima para decir lo mismo, pero con la autoridad que emana de la voz del pueblo de manera natural en las democracias. Iglesias utiliza el argumento de las «prendas ensangrentadas» de la España actual (el trabajo precario, el miedo al despido, los sueldos miserables) con el objetivo de impactarnos, mover nuestro ánimo y que empaticemos con la lógica emocional de su propuesta: «Necesitamos un cambio y lo necesitamos ya».
En su petición final de voto, Iglesias repite tres veces el verbo poder, enfatizando su marca electoral y expresando su propuesta como si fuera una conclusión lógica derivada de todo lo dicho previamente, mientras lo subraya con un gesto no verbal, llevándose el puño al corazón: «Puede haber un gobierno que defienda a la gente. Sí se puede».

 

Adriana Lastra. PSOE

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«Terminamos un debate que espero que haya servido para clarificar algunas cuestiones. Sé que algunos de ustedes aún tienen dudas, que aún no saben lo que van a hacer. Pero, miren, todas las campañas son importantes, pero en esta ocasión hay una derecha tramposa que está haciendo una campaña sucia para que ustedes no vayan a votar. Es una campaña vergonzosa contra la propia democracia. Y yo les digo, si quieren una democracia limpia y unos políticos limpios, vayan a votar. Si quieren fortalecer el estado del bienestar, nuestra sanidad, educación, pensiones, vayan a votar. Si quieren hacerle frente al machismo, vayan a votar. Si quieren empezar a hablar de convivencia y dejar de alimentar el conflicto, vayan a votar. Si quieren que el crecimiento económico llegue a todas las familias de este país, vayan a votar. Los socialistas somos la izquierda que convierte las propuestas en hechos. Somos la izquierda que sabe gobernar y que puede gobernar. El 10 de noviembre hay muchas opciones, pero solo hay un voto posible, si usted cree en todo esto: el voto al partido socialista».

El ritmo hipnótico de las palabras repetidas
La estructura oratoria de la intervención de Lastra se basa en la complicidad expresiva entre una figura retórica, la reiteratio, y una estructura sintáctica, la secuencia condicional.
La reiteratio consiste en el uso intencionado de la repetición con el fin de crear una especie de mantra discursivo que utiliza de manera positiva el ritmo monótono e hipnótico de las mismas palabras con el fin de reforzar una idea. Lastra repite en cinco ocasiones ‘Si quieren x… vayan a votar’. De hecho, este mismo recurso también es utilizado por los músicos bajo la denominación de ostinato.
Para potenciar el impacto de la música o de las palabras repetidas, tanto el compositor como el orador utilizan el crescendo, como manera de crear una progresiva impresión de que algo crece por acumulación en la mente del oyente. El clímax de su discurso se produce en la coda final, cuando introduce una variación que culmina la secuencia de repeticiones: «solo hay un voto posible, si usted cree en todo esto: el voto al partido socialista».
El segundo recurso que emplea Lastra, la secuencia condicional «si A, entonces B» es muy eficaz para entablar un diálogo mental con el auditorio. En este caso, bajo la forma de esta construcción sintáctica condicional, Lastra usa la estructura expositiva problema / solución: «si quieren fortalecer el estado del bienestar, nuestra sanidad, educación, pensiones [estos serían los problemas], vayan a votar [esta sería la solución]». La secuencia condicional permite a la oradora acumular de manera dinámica y ágil una larga ristra de argumentos con la estructura [cuál es el problema / cuál es la solución], transmitiendo el mensaje final de que, en democracia, la solución a todos los problemas es siempre una y la misma: votar.

 

Rocío Monasterio. VOX

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«El próximo 10 de noviembre tenemos la oportunidad de volver a ampliar y de consolidar la voz de la España viva en el Congreso de los Diputados. Somos muchos los españoles que creemos que hay una alternativa fiable, una alternativa que hace frente a los problemas, sin complejos, con determinación. Una alternativa que está basada en la unidad y la firmeza frente al separatismo que está usurpando los derechos y libertades de todos los españoles. Una alternativa social, que hace frente al despilfarro autonómico, al expolio fiscal que sufren las clases medias y populares españolas. Una alternativa de la sensatez, del sentido común, de la defensa de la libertad frente a las disparatadas políticas de algunos que quieren enfrentarnos a las mujeres contra los hombres, que quieren dividir a los españoles, que quieren que nuestros hijos hagan la guerra allí donde nuestros abuelos hicieron la paz. En definitiva, una alternativa patriótica, que traiga la concordia ahí donde hay discordia, que traiga la seguridad ahí donde hoy hay violencia, que traiga la esperanza donde hoy hay resignación. Muchas gracias».

Abundancia de disfemismos
No es extraño que volvamos a encontrar en este análisis la figura de la reiteratio, dado que, como se ha dicho, es un formato rítmico que permite presentar la información de manera homogénea que resulta especialmente útil cuando se dispone de poco espacio discursivo. En este sentido, la expresión «una alternativa que…» se repite en seis ocasiones, encabezando cuatro de las seis frases que componen la intervención.
No obstante, lo más significativo de la intervención de Monasterio es que en el contenido de todas esas frases de estructura reiterada aparecen disfemismos. Como se vio más arriba, el disfemismo es un recurso expresivo que consiste en emplear palabras o expresiones deliberadamente despectivas o directamente insultantes, en lugar de otras más habituales y neutras.
Sin entrar en cuestiones ideológicas, que aquí no son pertinentes, la expresión «el despilfarro autonómico» es un disfemismo de la organización territorial en comunidades autónomas que dispone la Constitución; la expresión «el expolio fiscal que sufren las clases medias y populares españolas» es un disfemismo de la organización tributaria constitucional; la expresión «las disparatadas políticas de algunos que quieren enfrentarnos a las mujeres contra los hombres» es un disfemismo de las políticas de igualdad en vigor aprobadas por el consenso de las mayorías parlamentarias, y la expresión «que quieren que nuestros hijos hagan la guerra allí donde nuestros abuelos hicieron la paz» es un disfemismo de la ley de memoria histórica aprobada en el Parlamento.

 

Irene Montero. Unidas Podemos

«Bueno, si yo hoy puedo estar aquí pidiéndoles el voto es porque hay millones de personas de la generación de mis padres que habéis luchado, que nos habéis transmitido unos valores y nos habéis enseñado que los derechos se defienden juntas peleando. También puedo estar hoy aquí pidiéndoles el voto porque hay millones de mujeres que, como mi madre, a pesar de haberlo tenido el doble de difícil siempre, pues no han dejado de luchar por su familia y por un país que sea más igualitario. Y estoy aquí también porque tengo tres hijos y quiero que vivan en un país en el que respiren un aire limpio y en el que el estudio y su trabajo les permita vivir y ser felices. Y pedirles el voto quizá también es una forma de decirles que mi generación nos ha escuchado, que cogemos el testigo y que vamos a seguir luchando para que España sea un país feminista, para que España sea un país ecologista y en el que haya justicia social. Sé que las cosas, soy realista, las cosas, especialmente las difíciles, no se consiguen a la primera, pero creo que la vida y lo que nos estamos jugando es demasiado valioso como para no intentarlo. Sí, se puede».

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El motor que impulsa la intervención de Montero es una figura retórica que recuperó en todo su esplendor Barack Obama: la narratio, hoy conocida como storytelling. La efectividad de los relatos, de las narraciones, se basa en que sustituyen las ideas abstractas por historias vividas por personas concretas, en que reemplazan la filosofía por experiencias humanas que encierran una lección de vida. La narratio hace asequible ideas que, de otra manera, serían más difíciles de transmitir para el orador, y de entender para su auditorio.
Siguiendo esta estrategia discursiva, Montero habla primero como hija de una madre luchadora; luego, como madre luchadora de unos hijos en un mundo futuro incierto, y después, como una líder de un partido comprometido y en lucha contra las amenazas de un mundo que se percibe, en sus palabras, como desigual, machista, contaminado e injusto.
La narración permite a Montero identificarse, a través de su historia personal, con las historias personales de sus posibles votantes, estableciendo así una conexión, un vínculo emocional compartido, que se reformula de manera calculada en el lema de su formación: «Sí, se puede».
El proceso de identificación empático que mueve el storytelling es el haz del discurso de Montero. El envés es la figura ciceroniana del orador que renuncia a su propia voz para que resuenen en su lugar otras voces anónimas. Empatía emocional y polifonía de voces son dos recursos retóricos poderosos (están, por ejemplo, en la base del estilo literario de Svetlana Aleksiévich) que identifican este minuto de oro como un discurso de denuncia y reivindicación de los que no tienen voz, pero sí verdad humana.

 

Pedro Sánchez. PSOE

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«El domingo vamos a votar porque no era cierto lo que decía la derecha de que tenía un pacto con los independentistas. El domingo vamos a votar porque no era cierto lo que decía el señor Iglesias de que tenía un pacto con la derecha. Ambas cosas se ha demostrado que no eran ciertas. No compartimos la visión del señor Iglesias de que para subir el salario mínimo interprofesional o subir las becas tengamos que poner en riesgo la unidad de España. Y tampoco compartimos la visión de la derecha de que para salvaguardar la unidad de España tengamos que renunciar a la justicia social o las políticas en beneficio de la mayoría. Ahí es donde está el Partido Socialista, donde siempre ha estado, defendiendo la cohesión social y la cohesión territorial. Porque consideramos que, si ambas cosas van de la mano —la cohesión social y la cohesión territorial—, nos hacen mejor como país y mejor como sociedad. No hay nada más fuerte que la verdad. No hay nada más fuerte que la verdad. Y yo por eso pido llanamente el voto para el Partido Socialista, para tener un gobierno fuerte, un gobierno estable, que nos permita construir convivencia en España y nos permita también hacer políticas sociales en beneficio de los españoles».

Oratoria aristotélica apoyada en el silogismo
Sánchez tiene una estructura argumentativa típicamente aristotélica, que se apoya en el silogismo, es decir, en afirmaciones que progresan de una manera lógica y ordenada desde unas premisas a unas conclusiones. Veamos cómo funciona en el arranque del discurso.
Premisa 1: «El domingo vamos a votar porque no era cierto lo que decía la derecha de que tenía un pacto con los independentistas».
Premisa 2: «El domingo vamos a votar porque no era cierto lo que decía el señor Iglesias de que tenía un pacto con la derecha».
Conclusión lógica: «Ambas cosas se ha demostrado que no eran ciertas».
En la continuación de su discurso, Sánchez emplea de nuevo esta misma estructura silogística, pero ahora para refutar las propuestas de los partidos rivales: «No compartimos la visión del señor Iglesias de que…», «y tampoco compartimos la visión de la derecha de que…». El orador afianza la autoridad de sus palabras con una conclusión presentada como indiscutible, que repite, además, dos veces: «No hay nada más fuerte que la verdad. No hay nada más fuerte que la verdad».
Manteniendo esta estructura oratoria aristotélica, cuando Sánchez pide al final el voto para su partido, lo hace presentándolo como conclusión lógica de toda la argumentación anterior, reforzada y enfatizada por el uso de la repetición de secuencias sintácticas en paralelismo: «para tener un gobierno fuerte, un gobierno estable, que nos permita construir convivencia… y nos permita hacer políticas sociales…».
Manteniendo esta estructura oratoria aristotélica, cuando Sánchez pide al final el voto para su partido, lo hace presentándolo como conclusión lógica de toda la argumentación anterior, reforzada y enfatizada por el uso de la repetición de secuencias sintácticas en paralelo.

 

Este reportaje es uno de los contenidos del número 7 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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