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12 Nov 2020
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

El arrepentimiento ‘sincero’ como estrategia judicial

A lo largo de su vida, todo el mundo ha pedido perdón en algún momento. Algunas veces, de forma sincera y, en otros casos, solo para evitar males mayores.

La disculpa sincera implica arrepentimiento genuino. Pero ¿cómo podemos saber si ese arrepentimiento es real? Lingüísticamente, hay distintos indicios. Como mínimo, se debe manifestar, en primer lugar, la consciencia de ser responsable de los hechos de los que se está arrepentido (confesión o reconocimiento de la ofensa) y, en segundo, se debe pedir perdón (disculpa). Un ejemplo muy famoso es el «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir» de Don Juan Carlos I. En él vemos, además de la disculpa y de la confesión, que la tercera de estas oraciones (desde el punto pragmático, una promesa de no reincidencia) tiene como objetivo intentar recuperar la confianza del destinatario (en este caso, la del conjunto de la ciudadanía). Este sería el tercer elemento lingüístico habitual en la muestra del arrepentimiento. Lo usamos para intentar reparar o mitigar el daño que nuestra infracción ha causado en la relación que mantenemos con la otra persona (por ejemplo, la pérdida de su confianza). La falta de alguno de estos elementos mínimos hace que nuestra muestra de arrepentimiento sea poco creíble.

En el caso anterior, las motivaciones y la repercusión del arrepentimiento son político-sociales pero, en otros, mostrar o no arrepentimiento puede tener consecuencias judiciales. El arrepentimiento puede ser un atenuante en casos penales y puede ayudar a rebajar la condena del acusado. El Código Penal vigente regula que el arrepentimiento implica la confesión de los hechos, la colaboración para esclarecer los hechos o la reparación del daño causado, es decir, comportarse de forma que se facilite objetivamente la persecución judicial o la reparación del daño. Sin embargo, ya no es necesaria la disculpa, como sí lo era anteriormente.

El martes 10 de noviembre comenzó en la Audiencia Nacional el juicio por los atentados yihadistas de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, en los que fueron asesinadas 16 personas. En el banquillo se han sentado tres acusados. Uno de ellos es Mohamed Houli Chemial, que grabó el vídeo en el que se puede observar cómo se fabricaban los explosivos en la casa de Alcanar. En la primera sesión del juicio, Mohamed Houli, único superviviente de la explosión que tuvo lugar en esa casa y uno de los principales acusados, manifestó estar arrepentido en respuesta a las preguntas de su abogada.

Mohamed Houli: «Voy a atenerme a mi derecho a no declarar y me ratifico en todas las declaraciones que hice anteriormente, ya que siempre que se me ha llamado a declarar he declarado. Incluso declaré una vez voluntariamente y siempre mostrando eh… mi voluntad de colaborar y mi arrepentimiento, sí».

Abogada: «¿En la mañana de hoy usted está arrepentido?»

Mohamed Houli: «Sí».

Abogada: «¿Nos puede decir en qué consiste ese arrepentimiento? ¿Cómo?»

Mohamed Houli: «Pues mi arrepentimiento se basa en que todas las veces que se me ha llamado para declarar he declarado. Incluso declaré voluntariamente. Eso es, nada más».

Abogada: (asiente) «A parte de sus declaraciones, en su interior, ¿usted socialmente tiene un  arrepentimiento sincero?»

Mohamed Houli: «Obviamente».

Como se puede observar, esta manifestación de arrepentimiento no parece espontánea, ya que repite exactamente las mismas palabras más de una vez, lo cual no es esperable en discursos no preparados. Su abogada insiste en darle la oportunidad de manifestar objetivamente el arrepentimiento, como exige el Código Penal, mediante la realización de dos preguntas, a las que él contesta repitiendo en una de ellas las palabras anteriores y en el segundo de los casos con un término absoluto (“obviamente”), estrategias propias de un lenguaje inverosímil y poco genuino. De hecho, la primera manifestación de arrepentimiento resulta tan poco creíble que, al repetirla, la abogada decide recalcar la fuerza (y la relevancia para el juicio) de su pregunta mediante una referencia al carácter de sentimiento del arrepentimiento sobre el cual pregunta (“en su interior”), la adición del adverbio socialmente y la modificación del sustantivo arrepentimiento con el adjetivo sincero.

En la respuesta de Mohamed Houli se observa una llamativa falta de emotividad, lo cual podría indicar que la motivación de mostrar arrepentimiento se corresponde más con una estrategia judicial que no con la expresión de lo que siente realmente. Basa su argumentación en hechos objetivos (su colaboración con la policía) y no en la expresión de sus sentimientos, deseos o promesas (como el sentimiento de remordimiento, el deseo de ser perdonado o la promesa de cambiar), todos ellos elementos subjetivos esperables en la formulación lingüística del arrepentimiento. Además, se echa en falta la formulación explícita de la disculpa (mediante expresiones como perdón, lo siento o lo lamento). Por tanto, desde el punto de vista lingüístico, la muestra de arrepentimiento de Mohamed Houli Chemial que vimos al inicio de la primera sesión del juicio no cumple con las características lingüísticas esperables de un acto de arrepentimiento genuino.