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16 Oct 2019
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Puerto Rico

Puerto Rico: Tornillería, Vianda y El Chincho: el nuevo «boricua chic»

Maia Sherwood Droz

El paisaje lingüístico de San Juan está cambiando. Hasta ahora el inglés mandaba, y hoy asistimos a una explosión de nombres en español

Aunque la noción de paisaje lingüístico incluye toda la rotulación, pública y privada, de una zona, me refiero especialmente a los nombres de comercios: restaurantes, bares, tiendas. En la calle me asaltan nombres como Comedería, La Coctelera, Tostado… Son negocios nuevos, fundados por jóvenes y con una flamante estética hípster. ¿Por qué me asombro? ¡Son nombres en español!

Durante mi adolescencia, en 1980 y 1990, muchos establecimientos populares tenían nombres en inglés: Shannon’s, Mona’s, Mango’s (el apóstrofo posesivo se veía dondequiera, seguido del descriptor correspondiente: Pub, Mexican Grill, Café). Neon, Laser y Levels (todos en inglés) eran discotecas del momento. Naturalmente, había locales con nombres en español: Aquí se puede, Hijos de Borinquen, El Estudiante, El Boricua, que vibraban con aires de independentismo y rebeldía estudiantil. También los había neutrales: Café Violeta, Los Balcones, El Hipopótamo.

En pocas palabras, había de todo, pero el inglés ocupaba un sitial importante en los nombres de negocios. Les daba prestigio, relevancia o actualidad; los hacía cool. En contraste, el español —especialmente nuestro español— se podía percibir como rústico, inapropiado, anticool.

En Puerto Rico, el idioma es un tema complejo hace más de un siglo. El español y el inglés han sido usados con fines políticos tanto por los Estados Unidos como por los gobiernos locales. En este contexto lingüístico —esquizoide o plural, según se mire—, los puertorriqueños hacemos nuestras vidas.

Y, ahora, cuando los jóvenes tienen más contacto con el inglés que nunca, asistimos a esta explosión de nombres en español. Pero es un español particular: conscientemente creativo, a veces regional, a veces informal y a veces mezclado con el inglés. Celina Nogueras, de Muuaaa Design Studio —una firma de desarrollo de marcas en Puerto Rico—, lo llama boricua contemporáneo.

Sus exponentes tienden a ser jóvenes educados que viven en zonas urbanas en vías de gentrificación; rechazan las corrientes mayoritarias; revalorizan lo retro, lo pasado de moda; prefieren consumir lo local, lo artesanal, lo natural; quieren revivir la vida del barrio… No es casualidad, pues, que la mayoría de estos negocios estén en áreas de San Juan en procesos acelerados de gentrificación, como Santurce y la calle Loíza.

Hay nombres en español, sencillos pero elegantes, que transmiten esta nueva estética e idiosincrasia: Comedor, Café Comunión, Cocina al fondo. Otros usan el español regional, con palabras tan cotidianas que sorprende verlas en letreros: un restaurante se llama Vianda (por nuestros tubérculos); y una panadería, Sobao (por el pan sobao, preparado con manteca). Definitivamente, estamos ante el nuevo criollo chic.

Hay nombres derivados, como Tornillería y Comedería, que evocan las tiendas especializadas del ayer. Y luego están los híbridos, como el bar La Factoría (del inglés factory, ‘fábrica’). Otros son La Coffeetera (de coffee) y La Jamberguera (de hamburger). Ticketera vende tickets o boletos y Lunchera entrega almuerzos (de lunch, ‘almuerzo’).

Ojo: no todas estas palabras se usan en Puerto Rico (nadie diría coffeetera, jamberguera ni ticketera). Son invenciones deliberadas, que validan el español local y su contacto inevitable con el inglés, a través del humor.

Otro grupo de nombres lúdicos destaca lo informal: La Preñá (de preñada, mujer encinta), El Chincho (de chinchorro, un local muy casual), Pa gufiar (para divertirse).

Laura Feliciano, empresaria, artista y estilista puertorriqueña, percibe en estos nuevos nombres una mente joven que busca ser creativa y original, y que siente un orgullo renovado por lo propio, incluido el idioma. Ella misma ha creado negocios llamados Pa’l cielo, El Viaje y La B de Burro.

Los descriptores de algunos negocios son tan elocuentes como nostálgicos: La Tornillería es una ferretería de barrio y Comedería era una fonda urbana. Pero su estética es artística, moderna, lograda. Un propietario lo explicó bien: «Los nombres son en español porque aquí hablamos español, pero tienen que ser trendy (estilosos)».

Ahora, como antes, hay de todo: muchos nombres en inglés y otros muchos en español, pero el paisaje lingüístico se ha enriquecido con esta nueva cepa de nombres en «boricua contemporáneo».

 

Esta crónica sobre el paisaje lingüístico de Puerto Rico es uno de los contenidos del número 4 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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